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La libertad de opresión

“La amenaza más seria para nuestra democracia no es la existencia de los Estados totalitarios extranjeros. Es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras propias instituciones, de aquellos mismos factores que en esos países han otorgado la victoria a la autoridad exterior y estructurado la disciplina, la uniformidad y la confianza del líder. Por lo tanto, el campo de batalla está también aquí, en nosotros mismos y en nuestras instituciones”.

John Dewey.

Por: Aura Palermo

La libertad política es aquella que permite a los gobernados elegir y deponer a sus gobernantes, en los regímenes comunistas la libertad es la “libertad de opresión” del tirano y su entorno, para el control absoluto y la estandarización de los individuos en la sociedad, donde la ley es adorno y el poder judicial, un poder policial que se reduce a la persecución y represión de los enemigos del régimen, donde la sociedad civil es el enemigo interno.

Es evidente que en nuestra sociedad existen muchas cosas que no van bien, la voluntad de poder del tirano es la expresión más significativa y destructiva de su sadismo, mientras que la sumisión de la sociedad, es el reflejo de tendencias masoquistas colectivas, constituidas por sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia individual, que terminan enmascarados por una mezcla siniestra de esperanza y miedo.

Ambos impulsos, masoquista y sádico, se hallan estrechamente ligados. Con respecto a las consecuencias prácticas, el deseo de ser dependiente o de sufrir, es el opuesto al de dominar o de infringir sufrimiento a los demás. Pero desde el punto de vista psicológico, ambas tendencias constituyen el resultado de una necesidad que surge de la incapacidad de soportar el aislamiento y la debilidad del propio yo. Además, la gente no es sádica o masoquista, sino que hay una constante oscilación entre el papel activo y el pasivo, y en ambos casos se pierde la individualidad y la libertad, porque el poder sobre la vida de los individuos está sometido a la voluntad superior de una persona, es allí cuando las actitudes de sometimiento, resignación, rendición y sumisión se consolidan.

Esta insoportable sensación de soledad e impotencia cultivada desde la tiranía, tiene un solo objetivo paradójico: “librar” a los individuos de la pesada carga de la libertad, que requiere de autoestima, madurez y conocimiento de uno mismo, de la facultad autónoma de la voluntad, y, sobre todo, asumir la responsabilidad que eso conlleva.

Los venezolanos se encuentran atrapados en un laberinto de incongruencias y contradicciones, propias de la falta de autoestima, lo que no les permiten salir de la comodidad de sus creencias, convirtiéndolos en victimas de su propia negación de la realidad.

Desde 1999 no existe democracia a pesar de los procesos electorales, porque los gobernados no pueden elegir y sustituir realmente a sus gobernantes, y así posibilitar la democracia política como forma de gobierno, al no existir separación de poderes, ni la indispensable representatividad de partidos que sean verdaderamente intermediarios, entre la sociedad civil y el Estado.

Todo esto ha ido quedando en evidencia a medida que pasan los años, podemos citar como ejemplo, las elecciones del 2007 donde el pueblo votó que no aceptaba la reforma constitucional planteada por Hugo Chávez Frías y aun así, esta ha sido gradualmente injertada vía leyes habilitantes y el actual decreto de emergencia económica y de estado de excepción, proceso que culmina en 2015, con el desconocimiento factico de una AN supuestamente en manos de la oposición.

Mientras tanto el régimen avanza planificadamente, hacia la supresión comunista de la economía de mercado y el control social absoluto, mediante la aplicación material del Proyecto Nacional Simón Bolívar (PNSB) donde la “libertad de opresión”, la vemos reflejada en recientes medidas y operativos como la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS), los Comités locales de abastecimiento y producción (CLAP), los Consejos Productivos de Trabajadores (CPT), la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE), el “Carnet de la Patria”, el Sistema Popular de Protección para la Paz (SP3) y la policía anticorrupción, directrices y acciones que reflejan un recrudecimiento de la hasta ahora llamada “guerra económica”, y su transformación en guerra contra el enemigo interno, y a pesar de todo esto, la falsa oposición venezolana, a conveniencia de la tiranía, le sigue el juego al hacer creer al mundo que este es solo un “mal gobierno”, desordenado, inepto y corrupto, y no un gobierno del mal, donde la sumisión de voluntades hace perfecta, la relación de sadismo del poder sobre el masoquismo de la sociedad, donde por ejemplo, los micropolíticos opositores con respecto a las medidas económicas, no piden libertad de mercado, sino “optimizar” los mecanismos de control.

Lo peor de todo, es que muchos no se dan cuenta que, cada vez que se señala que los operativos del régimen no funcionan, y desde la propia “oposición” se impulsan mecanismos de denuncia institucionales como es el caso de la AN, y la comisión de denuncia de los CLAP, o se promulgan proyectos como el de la ley de producción, que en el fondo solo buscan la optimización del control social y no su eliminación, todo esto se traduce en una complicidad populista con la tiranía, que consolida el papel primordial que este otorga a la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, y donde al fin y al cabo se acepta, la abolición del mercado y la libertad. No otra cosa se logra al reclamarse cierta “eficiencia”, que el perfeccionamiento del estado comunista/estado de misiones socialistas, de sus sistemas y órganos de dirección.

Esto es lo que veremos este año 2017, mientras el país cae en una nueva distracción electoral con sus falsas promesas, sus ofertas de corte populista/socialista pero “eficientes”, y otros cantos de sirena más, que irán a parar a grupos sin conciencia de la realidad, porque se niegan aceptar la realidad de que esto no es un mal gobierno, sino un gobierno del mal.

@APIntegra

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