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AL 2018: Elecciones e incertidumbre (I)

Durante el próximo semestre, Costa Rica (1 de abril), Paraguay (22 de abril), Venezuela (20 de mayo), Colombia (27 de mayo-17 de junio), México (1 de julio) y Brasil (7 y 28 de octubre) celebrarán comicios presidenciales.

Incluso Perú podría sumarse a esta dinámica, si los dos vicepresidentes que hacían fórmula con Pedro Pablo Kuczynski no sobreviven a la crisis política, protagonizada también por ambas facciones del fujimorismo (Keiko versus Kenji), cuyo argumento básico, como en Brasil, son los escándalos por sobornos de la empresa Odebrecht.

Más allá de los vientos de cambio que parecen soplar con fuerza en México y Colombia, y con menor intensidad en Costa Rica, cabe preguntarse cómo la concurrencia o no concurrencia con elecciones parlamentarias y subnacionales podría contribuir o perjudicar las condiciones de gobernabilidad en los distintos países. Por el contrario, en Paraguay se consolidaría el dominio colorado.

Salvo Venezuela, cuya convocatoria legal a los comicios presidenciales habría ocurrido a fines de junio, en los demás países, los procesos electorales siguen un cronograma conocido con antelación. Asimismo, se contará con la debida observación internacional, en vez del autocensurado acompañamiento que promueve el órgano electoral venezolano.

Nótese que tanto estas elecciones presidenciales venezolanas, concurrentes con las de legislaturas estadales y ayuntamientos, fueron convocadas de manera arbitraria por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), producto de un proceso internacionalmente cuestionado y sujeto a los caprichos del régimen. De hecho, la ANC ha continuado la práctica iniciada en 2017 con los comicios para gobernadores (octubre) y alcaldes (diciembre), al usurpar las competencias del Consejo Nacional Electoral.

Si el año pasado la ANC separó las elecciones de gobernadores y de consejos legislativos, para luego hacer lo propio aislando los comicios de alcaldes y la renovación de concejos municipales; ahora fuerza la concurrencia de tales órganos deliberantes con la elección presidencial donde el ventajismo es la norma y todos los candidatos fueron aprobados por el régimen. Después del 20 de mayo, lo único que le bastará hacer a la ANC es disolver al parlamento cuyas facultades también ha usurpado.

Costa Rica

La segunda vuelta se vislumbra más reñida que la primera y sería decidida por la posición más o menos conservadora que adopte el electorado sobre el matrimonio igualitario. La defensa de la familia tradicional podría dar el triunfo al diputado evangélico Fabricio Alvarado, del Movimiento de Restauración Nacional (MRN).

Colombia

La tendencia favorable a Iván Duque (Centro Democrático), que hasta ahora le asegura el pase a segunda ronda contra Gustavo Petro (Movimiento Colombia Humana), podría hacerse mucho mayor tras la eventual ratificación de Nicolás Maduro. Por tanto, no sería extraña la victoria de Duque en primera ronda. Temas álgidos como la migración venezolana, el contrabando, el cierre de fronteras y la guerrilla, así como el miedo a que Petro reedite de algún modo las iniciativas de Hugo Chávez, inclinarían la votación por el uribismo.

Por otra parte, el próximo presidente tendrá que gobernar con minoría en ambas cámaras del Congreso. Tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, al menos habrá que negociar con tres o cuatro partidos para construir mayorías coyunturales.

México

Gracias al díscolo Donald Trump, y al surgimiento de alianzas otrora inimaginables, entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el mito de Lázaro Cárdenas –o quizá sea más apropiado, la versión tabasqueña y civil de Hugo Chávez- luce casi imbatible.

El mismo que protagonizara el “plantón” de Reforma e incitase a una asamblea callejera a proclamarle “presidente constitucional” en 2006, Andrés Manuel López Obrador, en su tercer intento, tras dividir sucesivamente al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al PRD, podría convertirse ser el sucesor de Enrique Peña Nieto, como candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

Asimismo, MORENA podría triunfar en seis de nueve gubernaturas en disputa: Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Tabasco, Veracruz y Puebla. Sin embargo, en estos dos últimos estados habría fuerte competencia con la alianza PAN-PRD-Movimiento Ciudadano (MC). Dicha alianza además luce favorita en Yucatán y Guanajuato, mientras que el MC por sí solo ganaría en Jalisco.

En suma, MORENA, debutante con 35 escaños en la renovación de la Cámara de Diputados Federales en 2015, podría crecer muchísimo más y lograr considerable presencia en el Senado. El poder de negociación de López Obrador aumentaría con los escaños del Partido del Trabajo (PT) y del Partido Encuentro Social (PES), ello sin descartar nuevas facciones en el PRD tras el escrutinio.

En un escenario extremo, el retroceso del PRI podría ser similar al sufrido por Acción Democrática en Venezuela hace 20 años. La próxima entrega será dedicada a Brasil y Perú.

@guimarcastel

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