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China:¿nuevo objetivo del talibán?

Estados Unidos se retira definitivamente de Afganistán. Para septiembre está previsto que el último soldado estadounidense abandone el país centroasiático luego de 20 de años de guerra. Las consecuencias geopolíticas no se hacen esperar. La retirada estadounidense representa serios problemas para China. ¿Será China un nuevo objetivo del talibán? ¿Convertirá el talibán a China en blanco de la yihad islámica?

Durante años, los chinos han estado fortaleciendo negocios e inversiones en Afganistán, amparados en la estabilidad política que garantiza la coalición internacional liderada por EE. UU y sin poner un solo dólar para contribuir con ella. Este escenario se hará insostenible a partir de septiembre, pues en el horizonte se vislumbra la guerra civil. El talibán avanza militarmente y se ha planteado la recuperación del control político del país a medida que EE. UU se retira.

Por otro lado, los chinos han estado fomentando buenas relaciones con el Talibán para salvaguardar sus intereses en Afganistán. Incluso, en los acuerdos de paz firmados entre EE. UU y los talibanes quedó establecido que “no podían utilizar el territorio afgano para ayudar a grupos terroristas para fomentar acciones de desestabilización contra otros países”. Esto indudablemente para calmar ciertos temores razonables de China. Sin embargo, en términos de la realpolitik, tanto a EE. UU como a la India les interesa utilizar la carta de Turquestán Oriental como punto de contención a las políticas de Beijing.

Los uigures, eliminados de la lista de terrorismo de los EE.UU

Combatientes uigures han estado activos en escenarios de guerra recientes, como por ejemplo en Siria. También en el pasado, por motivos de conveniencia y religiosos, han sido muy cercanos a Al Qaeda. Pese a ello, los grupos uigures fueron eliminados de la lista de terrorismo de los EE.UU al no representar un enemigo para sus intereses, además de dudar de su capacidad operativa.

Pakistán y China, frente de desestabilización

La retirada desordenada de EE. UU del territorio afgano abre una caja de pandora en Centroasia. A Pakistán y China se les pudiese estar abriendo un frente de desestabilización importante que, apoyado principalmente por EE.UU. y la India, convertirá a la zona en foco de tensión internacional y de presión contra la política expansionista de Beijing a través de la guerra proxy.

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Los talibanes podrían utilizar a China como chivo expiatorio al considerarlo el enemigo externo que les daría una justificación moral y política de su propia existencia y accionar. El talibán puede unificar Afganistán recurriendo a la yihad islámica contra los opresores del pueblo uigur, que a final de cuentas son hermanos musulmanes. Esto les permite recuperar influencia e importancia dentro del mundo islámico, además de contar con ingentes recursos, especialmente de la India.

La desestabilización de China se presenta como un buen negocio para el talibán en términos políticos y económicos. En todo caso, no estarían violando el acuerdo firmado, pues lo uigures no están en la lista de grupos terroristas, por el contrario, son “minorías oprimidas y víctimas de genocidio por parte de China”.

No queda más que esperar a septiembre para ser testigos de la historia, única que resolverá esta importante e interesante incógnita.

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