En Costa Rica van ganando los indecisos
Comenzamos el 2022. Segundo año de la década. Y en ese lapso de 365 días nos vamos topando con los primeros procesos electorales para designar autoridades nacionales en nuestra región. El primero de estos lo encontramos en Centroamérica: un país cuya capital se llama San José y que emite el colón como moneda. Considerando las proyecciones de las encuestas publicadas, hasta ahora en Costa Rica van ganando los indecisos.
En el desarrollo de estas líneas, apreciaremos las razones que dificultan establecer proyecciones claras sobre este proceso con una gran variedad de partidos y candidatos, así como introducir el perfil de aquellos que hasta ahora llevan la delantera.
Carlos Alvarado no buscará la reelección
El próximo 6 de febrero, Costa Rica acudirá a las urnas para elegir al presidente, sus dos vicepresidentes y los cincuenta y siete diputados de la Asamblea Legislativa unicameral para el período 2022-2026. Si ninguno de los aspirantes presidenciales obtiene por lo menos el 40% de los votos válidos, se realizará una segunda vuelta el 3 de abril. Mientras se desarrolla la campaña y culmina el actual cuatrienio, Carlos Alvarado Quesada —actual primer mandatario costarricense— no buscará la reelección por disposición constitucional.
Dentro del país centroamericano no está contemplada la reelección inmediata del presidente de la República desde 2003. Debido a ello, solo dos expresidentes han buscado la reelección en períodos separados: Óscar Arias Sánchez en 2006, ganando los respectivos comicios; y José María Figueres en 2018, sin éxito en su batalla por el cargo. Antes de la mencionada decisión, se encontraba totalmente vetada esta posibilidad.
Cuando no existe un claro favorito
Cuando no existe un claro favorito, se dificulta proyectar ganadores o perdedores.Según encuestas, a pocos días del evento que nos congrega en estas palabras, entre el 40 y el 55% de los ciudadanos costarricenses se encuentran indecisos sobre su voto y ningún candidato aparenta estar cerca —por los momentos— de ganar la primera vuelta presidencial. Es, seguramente, el rasgo más sobresaliente de la jornada. Para muestra un botón: en la mayoría de los sondeos, es un éxito cuando uno de los contendores logra superar el 20% de aceptación.
Estos números son cruciales para vaticinar lo que pueda ocurrir el 6 de febrero o incluso el 3 de abril. Si la tendencia de quienes sí responden las encuestas con nombre y apellido se replica en los indecisos o si estos últimos se abstienen, probablemente el ganador será cualquiera de los candidatos mejor posicionados en las mismas. Ahora, si estos electores se inclinasen por los «menos probables» de la contienda, el resultado arrojará sorpresas.
Miren que los costarricenses tienen para escoger: existen veinticinco partidos participando en las presidenciales y treinta y seis en las legislativas, batiendo el récord de las elecciones de 2006, en las que hubo dieciocho organizaciones disputándose los cargos de elección popular.
La victoria se encuentra entre Figueres, Saborío y Alvarado
Sumemosle a este insidioso panorama que la contienda presenta tres favoritos para ejercer el cargo, cuya diferencia radica en pocos puntos porcentuales entre sí. En las más recientes encuestas, esta se coloca cerca del 3% entre el primero y el tercero, para ser precisos. Un empate técnico. Si la tendencia señalada se mantiene incluso entre los indecisos, la victoria se encuentra entre Figueres, Saborío y Alvarado.
Como ya hicimos referencia en el título anterior, este trío de adversarios se encuentra por debajo del margen de los no sabe / no responde en los sondeos de opinión, que supera la inclinación a favor de cada uno de ellos individualmente e incluso ha llegado a contar más encuestados que la sumatoria de todos los candidatos unidos.Aun así, es menester presentarlos por contar con la primera opción de gobernar durante los próximos cuatro años.
José María Figueres es un «viejo conocido» de la política centroamericana. Ya presidió el país entre 1994 y 1998 y es miembro del socialdemócrata Partido Liberación Nacional, uno de las dos organizaciones políticas convencionales. Por su parte, la ex vicepresidenta entre 2002 y 2006, Lineth Saborío Chaverri, aspira ser la segunda mujer en ocupar el cargo —luego de Laura Chinchilla, entre 2010 y 2014—, pero apoyada por el otro bando tradicional costarricense, el centroderechista Partido Unidad Social Cristiana. Finalmente, contamos con el periodista y ex diputado Fabricio Alvarado Muñoz, postulado por la incipiente organización conservadora Partido Nueva República.
Hasta ahora, las elecciones en Costa Rica no amenazan con ser un brusco golpe de timón en el continente ni mucho menos en el hemisferio. Los que aparentemente van a ocupar los primeros lugares no están interesados en promover profundas transformaciones políticas, económicas ni sociales. Más bien, ya habrá ocasión para examinar los procesos venideros en el resto de la región, en los que sí podrían darse cambios de gobierno que alteren la correlación de fuerzas internas y externas.