Peruanos entre polos opuestos

Nuevas elecciones generales en Perú. ¡Cómo corre el tiempo! Pareciera que apenas ayer elegían a PPK y ya hoy están designando un sucesor para Sagasti. De la primera ronda de este año resultó elegido un parlamento fragmentado y, como ninguno de los 18 aspirantes presidenciales alcanzó el mínimo necesario, el 6 de junio próximo se celebrará una segunda vuelta entre polos opuestos para definir a su nuevo jefe de Estado.

A continuación, revisaremos el perfil de ambos candidatos y las implicaciones que conllevaría su triunfo o derrota.

Segunda vuelta representa a un tercio del electorado peruano

Aquella primera vuelta electoral arrojó un resultado muy fragmentado. Pedro Castillo obtuvo alrededor del 19% de los votos, mientras Keiko Fujimori rondó el 13%. La suma de ambos no llega al tercio de la participación del día. Rafael López y Hernando de Soto aglutinaron un 11% cada uno. El quinto puesto superó por décimas el 9%. Estos tres últimos más los 13 que les siguieron se reparten el 68% restante. Pasemos ahora a conocer el perfil de los que van a balotaje en esta segunda vuelta que representa a un tercio del electorado peruano.

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Castillo, docente y sindicalista de 51 años, es el candidato de Perú Libre, un partido marxista-leninista. Se dio a conocer cuando fue el líder principal de la huelga magisterial del 2017. Siguiendo a los recientes proyectos de la izquierda latinoamericana, planea convocar una Asamblea Constituyente para redactar una Carta magna «más humanista y solidaria», que permita al Estado regular el mercado, redistribuir la riqueza y priorizar el gasto en educación y salud pública.

Fujimori, administradora y dirigente de 45 años, es la abanderada de Fuerza Popular, una organización fundamentalmente conservadora. Es hija del cuestionado expresidente Alberto Fujimori y ya ha aspirado sin éxito al mismo cargo en las elecciones de 2011 y 2016. Ha sido señalada por corrupción en el caso Lava Jato. Propone una «demodura» que, según ella, sería gobernar con democracia y mano dura a la vez. Plantea fomentar el trabajo formal, la agricultura y la inversión privada.

Candidatos peruanos: cercanías y distancias

Ambos aspirantes parecen acercarse en su propuesta social: con sus matices, rechazan el matrimonio igualitario, el aborto y la eutanasia. En términos sociales, los dos son conservadores. Empero, sus visiones sobre la política y la economía distan completamente. Asimismo, Fujimori cuenta con más experiencia política que su contrincante, a pesar de ser menor en edad que él.

La oferta de Castillo se asemeja más a la propuesta política del socialismo del siglo XXI, representada en gobiernos como los actuales de Venezuela, Cuba o Nicaragua. Incluso ha manifestado —a contracorriente de la postura vigente de la mayoría de los países de la región— que el gobierno chavista es democrático.

Su rival, aunque también simboliza un golpe de timón, no está interesada en modificar radicalmente las líneas económicas y sociales peruanas. Defiende el libre mercado y la iniciativa privada. Además, está más enfocada en priorizar los temas de orden público. Aparenta ser la oferta más moderada. Así se presentan las cercanías y distancias entre los dos candidatos peruanos.

Entre antifujimorismo y antiizquierda

Tomando en consideración los resultados legislativos, así como los eventos políticos domésticos de los años recientes, los peruanos tienen en sus manos un país dividido con un futuro incierto. Todo indica que esta elección no será entre candidatos, sino entre antifujimorismo y antiizquierda. Su importancia radica en que ambas son corrientes con muchos seguidores en el Perú.

Indistintamente de quien logre alzarse con el primer puesto, y dejando de lado una posible Asamblea Constituyente, el nuevo presidente no contará con mayoría en el Congreso, por lo que puede esperarse que los roces institucionales entre los poderes ejecutivo y legislativo continúen.

Alianzas, proyecciones y abstención

Un eventual triunfo de Fujimori o de Castillo dependerá de las alianzas y los apoyos que alcancen a entablar, de la imagen que logren proyectar sobre el electorado peruano antes del balotaje y de la abstención. Como vimos en líneas anteriores, ambos candidatos tienen puntos débiles significativos que pueden ser aprovechados por su adversario para mejorar su imagen y afianzar su base electoral.

Lo demuestra el hecho de que Fujimori se manifestó hace poco contra el socialismo venezolano y rechazó la injerencia de Evo Morales en los asuntos peruanos. Logró que Mario Vargas Llosa le brinde su apoyo al considerarla un «mal menor». De esa manera, trata de inclinar el voto antiizquierdista a su favor.

Por otro lado, según las últimas encuestas, Castillo se muestra como el favorito para la contienda. No teme ser comparado con sus posibles aliados continentales, a pesar del descrédito que los persigue, y se mantiene aferrado a su imagen radical. De este modo, busca sumar a su causa el voto antifujimorista. Bien particulares serán esas elecciones. Con luces opacadas por bastantes sombras, Perú tendrá un nuevo presidente. Quedará de parte de los peruanos si prefieren ser gobernados por la extrema izquierda o el fujimorismo. Igualmente, veremos si coinciden con Vargas Llosa en su apreciación sobre los candidatos. Vistas estas alianzas, proyecciones y abstención, esperemos que triunfe la opción más conveniente para la nación suramericana.