Un general sin tropas y unas elecciones locales en puertas

Cuando se trata de renovar a las autoridades públicas a través del sufragio, estas no siempre son de carácter nacional. Quienes gobiernan divisiones político-administrativas determinadas —como provincias, municipios o localidades— también son de sumo interés para el análisis político por la gestión que puedan llevar a cabo y por lo que sus números podrían indicar respecto al acontecer político más general. Lamentablemente, suelen pasar desapercibidos, pero ese no es el caso ahora. Por ese motivo, hablaremos de un general sin tropas y unas elecciones locales en puertas.

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Como ya se habrán enterado, el domingo 2 de octubre del presente año Perú celebrará comicios regionales y municipales. Falta aproximadamente un mes y a pesar de su cercanía, todavía es poca la información disponible. O al menos en comparación a otras elecciones a las que aún les faltan meses e incluso años para que se lleven a cabo. Los medios se interesan más por las presidenciales en Brasil de este año y en los Estados Unidos en 2024.

Volviendo a Perú, cabe destacar que para esa fecha se renovarán 25 gobernadores y 25 vicegobernadores, 342 consejeros regionales, 196 alcaldes provinciales, 1.714 regidores provinciales, 1.694 alcaldes distritales y 9.036 regidores distritales. La suma de todos ellos da un total de 13.032 cargos en disputa para el período 2023-2026.

Pedro Castillo sería un presidente sin un control efectivo sobre los problemas

Tomando en cuenta lo que viene, tendremos que examinar con cierta rigurosidad lo que ha acontecido en Perú durante los últimos meses para ver qué nos puede sugerir sobre la situación política actual y las posibilidades de triunfo o derrota del actual gobierno nacional. Inicialmente, tanto los números cómo la serie de escándalos que lo han acompañado durante su primer año al frente del ejecutivo indican que Pedro Castillo sería un presidente sin un control efectivo sobre los problemas que aquejan a esa sociedad.

Hasta el momento, ha sobrevivido satisfactoriamente a una serie de controversias e innumerables presiones sociales e institucionales que han puesto a prueba su liderazgo y su capacidad de brindar respuestas oportunas. De hecho, Perú podría estar atravesando una crisis política como consecuencia de los roces entre Perú Libre —el partido gobernante— y las demás organizaciones políticas que hacen vida en el Congreso, sin contar los otros contratiempos que han aparecido en el camino y que pareciera que no lo van a dejar en paz por lo pronto.

Para hacernos una idea más clara al respecto, trataremos de enumerar algunos de los retos más importantes que ha atravesado —hasta ahora, exitosamente—. Según El Comercio, durante su primera vuelta al Sol como presidente, se llegó a detectar en promedio un supuesto escándalo cada 36 horas, para un total de 237 en 365 días. Sí, uno en menos de dos días. Entre estos contamos las múltiples renuncias de sus ministros y las purgas internas que supuestamente habrían sido practicadas por Vladimir Cerrón, las multitudinarias protestas de 2021 y 2022, los ascensos considerados como irregulares en las Fuerzas Armadas y unos contratos catalogados como sospechosos. Así, el aludido jefe de Estado actualmente se enfrenta a cinco investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio Público.

Hablamos de más de trece mil cargos que serán renovados

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Como todo proceso comicial de este tipo y tomando en consideración la cantidad de cargos a ser elegidos el próximo mes, resulta difícil llevarle un seguimiento exhaustivo a la intención de voto del pueblo peruano. Hablamos de más de trece mil cargos que serán renovados. Ahora imagínense la cantidad de partidos, alianzas y candidaturas que acudirán a la contienda, sabiendo de antemano que ese electorado lleva años fragmentado. Recabar toda esa información sería una tarea titánica.

Sin embargo, es válido ofrecer un par de consideraciones bastante útiles para conocer el tipo de suelo que está pisando el actual presidente de la República, Pedro Castillo, de cara a un proceso que él mismo convocó. Lo primero que cabe destacar es que (en consonancia con lo argumentado en el apartado anterior) en los últimos meses no parece ser el mandatario más querido en su país. Su imagen se encuentra sumamente desgastada. Diversos estudios de opinión lo han señalado en el transcurso de este año. Por supuesto, le asignan márgenes de aceptación distintos, y aun así, no parecen suficientes para imponerse en las urnas en octubre o incluso después, en una contienda distinta. Una de las últimas sugiere que el 67% de los encuestados desaprueba la administración de Castillo, y su aprobación ni siquiera alcanzaría el 20%.

Del mismo modo, por tratarse de elecciones con carácter local y con múltiples circunscripciones, sería interesante revisar los sondeos de la joya de la corona. Nos referimos a Lima, la capital nacional y su asentamiento urbano más poblado. Según sugieren los números, su próximo alcalde probablemente sea Daniel Urresti, de Podemos Perú. Le seguiría Rafael López Aliaga, de Renovación Popular. Revelador, puesto que ambas son toldas opositoras y profesan ideas conservadoras. Justo lo contrario a lo que representa Pedro Castillo.

Tampoco nos adelantemos. Que pierda en Lima no significa que suceda igual en otros territorios menos poblados del país. Su margen de aceptación más grande provendría de los espacios rurales y de los sectores más agrícolas de Perú, donde acumularía el 30% o el 40% de aprobación. A lo mejor tampoco es suficiente para garantizarse la victoria en aquellos poblados, pero sigue siendo mejor que su 12% urbano. Además, si damos por ciertos esos números, es allí donde obtendría la mayoría de los cargos de elección popular en octubre. Por lo tanto, la capital será fundamental en cualquier detalle que quiera expresarse sobre el proceso, pero no es la única que debe ser considerada.

Ya veremos si Pedro Castillo obtiene pocos votos bien repartidos territorialmente para ganar unos cuantos cargos o si en realidad las encuestas se equivocan con él y vuelve a imponerse frente a sus rivales. Quizá, en el peor de los casos, no tenga ni los sufragios ni los puestos. Si este escenario se concretase, sería un general sin tropas. Dentro de un mes terminaremos de aclarar esta duda.