Un nuevo congreso para Colombia

En los próximos meses seremos testigos de varios cambios políticos en el continente americano. Sin contar al resto de la región y focalizando estas palabras en una de las sociedades latinoamericanas en específico, veremos el fin de la presidencia de Iván Duque —al no poder aspirar a la reelección— y levantarse un nuevo Congreso para Colombia y, con este, una nueva correlación de fuerzas internas.

A continuación, consideraremos aspectos asociados el proceso electoral parlamentario del país andino. En un principio, cabe destacar que la información suministrada en este caso nunca es tan variada y completa como la disponible para la elección presidencial, siendo esta última la gran protagonista de los comentarios políticos al respecto.

Un calendario electoral que inicia en marzo y culmina en junio

Salimos de Europa y retornamos a Sudamérica. En concreto, posaremos nuestra lupa sobre Colombia, pues cuenta con un calendario electoral que inicia en marzo y culmina en junio. Sí, como lo leen: en unos días votarán por un nuevo Congreso y después renovarán al jefe de Estado y de gobierno, representado en el presidente. Si se requiere de una segunda vuelta para este último, no acabarán de designar las autoridades nacionales sino a mediados de año.

El próximo domingo 13 de marzo, cerca de treinta y ocho millones de colombianos podrán renovar doscientos noventa y seis escaños, repartidos de la siguiente manera: ciento ocho senadores y ciento ochenta y ocho representantes para la cámara alta y la baja, respectivamente.

Pero la explicación no llega hasta acá. La votación de cien de los senadores corresponde a una circunscripción nacional, dos miembros elegidos por una circunscripción especial indígena, cinco en nombre del partido Comunes —antigua FARC— y el último será el candidato presidencial que ostente el segundo lugar en mayo o junio.

Los representantes, a su vez, serán 161 de los departamentos y del Distrito Capital, dos por las comunidades afrodescendientes, uno por las comunidades indígenas, uno para San Andrés y Providencia, y uno por la circunscripción internacional. Además, contará con dieciséis de las víctimas del conflicto, cinco de  Comunes, y el último será el candidato vicepresidencial que figure de segundo lugar en las presidenciales.

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¿Qué sugieren los números?

Dejemos de lado por lo pronto las cuentas del total de escaños y cómo se reparten según las circunscripciones. Como en el resto de Latinoamérica, la institución parlamentaria no recibe más importancia que la figura presidencial. Todo el mundo trata de acertar su vaticinio sobre el posible sucesor de Iván Duque, pero casi nadie intenta barajear la posible composición de la legislatura que acompañará al nuevo mandatario neogranadino. Por ende, es válido pensar, ¿qué sugieren los números?

En realidad, se prevé que no existan grandes bancadas, sino partidos medianos y pequeños negociando entre sí para sacar adelante los proyectos de ley. Dicho en otros términos, será una legislatura fragmentada, similar a lo acontecido recientemente en Chile o Perú. Lo más probable es que la coalición Pacto Histórico sea la más votada, y aun así, es realmente difícil que controle ambas cámaras o siquiera una de las dos sin primero realizar negociaciones con otras bancadas.

Otro rasgo distintivo de la futura composición parlamentaria será que grandes figuras en ambas cámaras ya no se verán en el Capitolio Nacional. Entre ellas destacan el ex senador y ex presidente Álvaro Uribe Vélez; el ex senador y ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus; el ex representante y ex senador David Barguil Assis y el actual senador Jorge Enrique Robledo.

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La importancia del Congreso para el nuevo gobierno

Revisando las particularidades de este ciclo para renovar los cargos de elección popular en Colombia, se puede afirmar que la importancia del Congreso para el nuevo gobierno será considerable a pesar de la poca relevancia asignada por los medios y por parte del mismo electorado. Es más: resulta probable que debamos detenernos más adelante con cierto esmero en el resultado legislativo, más que en el ejecutivo.

El motivo de esta afirmación es sencillo: podemos darnos una idea general de quién podrá asumir la presidencia neogranadina para el próximo cuatrienio. Después de todo, encuestas para la jefatura de Estado se encuentran hasta debajo de las piedras y casi todas sugieren un evidente ganador en la primera vuelta. Si no fuera él, hay otro par de nombres que resuenan para un eventual balotaje. Sin embargo, ese u otro presidente deberá enfrentarse a las fuerzas políticas reunidas en ambas cámaras para gozar de cierta gobernabilidad.

A pesar de lo mucho o poco expresado en estas líneas, tendremos ocasión en los próximos meses de conocer a las nuevas autoridades del país sudamericano, así como apreciar la relación entre ambos poderes, es decir, si Congreso permitirá la estabilidad política o si será una piedra en el zapato para los planes gubernamentales.