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LLEGÓ LA GUERRA A EUROPA DEL ESTE

El mundo no para de dar vueltas. Frecuentemente nos vemos obligados a posar la mirada atenta en una u otra latitud para pasar a ser observadores activos de los hechos. Los temas suelen ser distintos entre sí y no siempre son los más alentadores. Tristemente llegó la guerra a Europa del Este y, con ella, se cierne un peligro desmesurado sobre nuestro planeta y sobre la humanidad tal y como la conocemos al día de hoy.

Las próximas líneas buscarán ser una especie de hoja de ruta para entender mejor lo que está pasando: la invasión rusa contra Ucrania, los intereses encontrados y las consecuencias del posible uso del armamento nuclear.

Rusia está invadiendo Ucrania

Comencemos diciendo algo que ya debemos saber: Rusia está invadiendo Ucrania. ¡Vaya novedad! Las noticias sobre ese asunto aparecen hasta en la sopa. Aunque sí, el 24 de febrero del año en curso, poco antes de las 6 AM en Moscú, el presidente ruso Vladimir Putin anunció que había decidido lanzar una «operación militar especial» contra Ucrania, como consecuencia de las constantes tensiones diplomáticas entre ambos gobiernos desde 2014.

Hasta el momento en el cual estas palabras fueron escritas, se aprecia que el pueblo ucraniano ha sabido resistir el desmedido ataque de su vecino, que poco a poco se va desorientando al haber considerado que sería un enemigo fácil de neutralizar. Igualmente, el mundo occidental ha reconocido la valentía del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en esta circunstancia tan adversa como espantosa que le ha tocado asumir como jefe de Estado.

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Los resultados ya empiezan a notarse: el éxodo de quienes residen en Ucrania hacia los países vecinos, huyendo de la destrucción y la incertidumbre; el alza de los precios de ciertos productos, como el trigo, el petróleo y los granos; el creciente aislamiento internacional de Rusia en todos los sentidos, desde el cultural hasta el diplomático y económico; las protestas en el mundo pidiendo la paz y condenando los hechos; los daños en la infraestructura, el estilo de vida y la actividad económica de los ucranianos, entre otras.

Los intereses encontrados de lado y lado

Pasemos ahora a echarle una ojeada a los intereses encontrados de lado y lado. Ucrania, antiguo miembro de la Unión Soviética, actualmente quiere cooperar con Occidente y alejarse de sus antiguos nexos con Rusia. Desea unirse a la OTAN y a la Unión Europea. Esta última idea no es del agrado del gigantesco Estado euroasiático, que ve amenazada su seguridad con la expansión de la OTAN.

Si Ucrania ingresara a la OTAN, la organización de defensa militar estará tocándole la puerta justo en la frontera. Con la Unión Europea, Ucrania se desprendería de la órbita rusa. No es fácil. Además, el 21 de febrero, Rusia reconoció la independencia de los territorios separatistas ucranianos de Donetsk y Lugansk, sin contar que, para Vladimir Putin, la Ucrania moderna era una creación de la Rusia bolchevique y no un Estado en el sentido estricto del término, gobernada por «neonazis» que debían ser neutralizados.

Como consecuencia, comenzó la guerra. Los ucranianos resisten la invasión desde el norte, por la frontera con Bielorrusia; desde el sur, con Crimea; y desde el noreste, con la enfurecida Rusia. Algunas ciudades —como Chernóbil— ya han sido tomadas por el ejército ruso, cada vez más desmedido. Su propósito es lograr la capitulación de Kiev, la capital nacional, y Moscú continúa sugiriendo que incluiría en la guerra a otros Estados que tomen cursos de acción similares o apoyen más decididamente a Ucrania.

La amenaza nuclear posada sobre la humanidad

Hasta ahora es un conflicto que involucra únicamente a Rusia y Bielorrusia —si no contamos a los separatistas ucranianos— contra Ucrania. Europa, Estados Unidos y Canadá apoyan económicamente y con armamento. Lo mismo sucede con China. Pero en el momento en que otros Estados enviasen tropas en defensa de un lado u otro, estaríamos frente a la Tercera Guerra Mundial con la amenaza nuclear posada sobre la humanidad.

Basta revisar la historia para darse cuenta que la guerra siempre ha sido devastadora. El siglo pasado fue testigo de dos grandes guerras que cambiaron el curso de los hechos para siempre. En la segunda de ambas comenzó el uso de bombas nucleares con Hiroshima y Nagasaki, presenciando a través de los medios del momento sus consecuencias catastróficas.

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Sobre la sangre derramada y con el sufrimiento humano a flor de piel, así fue. Imagínense ahora la utilización de estas armas de destrucción masiva en un nuevo conflicto armado con las grandes potencias planetarias involucradas. Ese escenario sería tan desolador que es preferible no entrar en detalles para no herir susceptibilidades.

Lo acontecido en Ucrania durante los últimos días ya es bastante. No existen palabras para lamentar un golpetazo de ese calibre contra una sociedad tan interesante y un país tan hermoso. Ojalá se consiga la paz lo más pronto posible y en los mejores términos para ambas partes. Aunque del dicho al hecho hay un largo trecho, escalar este conflicto no le conviene a nadie. El planeta y los seres vivos que en él habitamos lo agradeceremos siempre.

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