El fracasado modelo socialista de la revolución bolivariana
Friedrich A. Hayek, en su obra Camino de servidumbre,define el socialismo como la abolición de la empresa privada y de la propiedad privada de los medios de producción y la creación de un sistema de economía planificada donde el empresario es reemplazado por un organismo central de planificación. Se puede afirmar que 21 años después de la llamada Revolución Bolivariana o Socialismo del siglo XXI en nuestro país, liderado por Hugo Rafael Chávez Frías, Venezuela representa uno de los ejemplos más dramáticos de la inviabilidad del modelo socialista. La llegada al poder del chavismo en diciembre de 1998 supuso la exacerbación del sistema rentista, en que el Estado lo paga todo, en este caso mediante de la renta petrolera. Y faltaba poco para presenciar el colapso económico y comprobar el fracasado modelo socialista de la revolución bolivariana.
El colapso económico
Durante este período se van a crear las llamadas misiones, que no son otra cosa que ayudas sociales, dirigidas por la industria petrolera venezolana,Pdvsa. En paralelo,el gobierno declara la guerra a la industria privada, desatando una feroz política de expropiaciones. Los altos precios del barril de petróleo, que tocó picos históricos de más de 100 dólares el barril entre 2012 y 2014, le dio momentáneamente resultados positivos a su modelo, incluso permitió subvencionar las importaciones. Luego ocurrió el colapso del mercado petrolero: el precio del barril venezolano descendió a 24 dólares, en promedio, para el año 2016, se desinfló la burbuja y el país se sumió en una crisis económica sin precedentes.
Como agravante, sucede cuando el sector privado se encuentra arruinado por el gobierno, con empresas privadas expropiadas por el Estado y ahora bajo su control, totalmente ineficientes, arruinadas y sin capacidad de producción. Incluso Pdvsa, que llegó a ser considerada una de las cinco compañías petroleras más importantes del mundo. En general, presenciamos el colapso económico y del Estado,y a un gobierno incapaz de continuar subvencionando el flujo de importaciones.
Este escenario derivó en la escasez de productos, un índice de inflación de más de 1.000.000%, el colapso de los servicios públicos y la devaluación del bolívar.En consecuencia, una de las crisis económicas más brutales de nuestra historia republicana.
El gobierno ha tratado de combatir los desequilibrios que ha creado fruto de un modelo económico inviable, con más controles: Ley de precios Justos, Ley de ilícitos cambiarios, inamovilidad laboral, etc. Estas medidas provocaron todo un mercado paralelo que derivó en la dolarización espontánea de la economía venezolana a partir del año 2019, impuesta por la realidad del mercado y como rebelión y supervivencia del ciudadano: no es producto de políticas de gobierno, sino que representa, por el contrario, la manera como se rebelan los actores que operan el mercado ante los desaciertos gubernamentales en materia económica.Este año 2020 amenaza con una rebelión de mayor intensidad, con empleados públicos que ya exigen a sus patronos sueldos en dólares.
El mercado y el Estado
Es fundamental repasar tres ideas de Ludwig von Mises en su obra La acción humanaacerca de lo que es el mercado, su dinámica y el papel del Estado,para arrojar luces sobretodo lo que la Revolución Bolivariana hizo mal en materia económica:
- En el mercado, “… cada uno actúa (en un orden) según su propio interés le aconseja; todos, sin embargo, satisfacen las necesidades de los demás al atender las propias”. Así, en el mercado el hombre es simultáneamente medio y fin, y coadyuva con el resto para permitir alcanzar sus objetivos.
- El sistema lo gobierna el mercado, que impulsa las actividades humanas para satisfacer las necesidades de todos:“El mercado funciona sin necesidad de compulsión ni coerción”, y el Estado no debe interferir en la mecánica del mercado ni en las actividades de los ciudadanos involucrados.
- El Estado solamente debe intervenir para impedir que el funcionamiento del mercado y sus operadores sean perjudicados por enemigos internos o externos: “…crea y mantiene así un ambiente social que permite a la economía de mercado operar pacíficamente…”.
Los valores que deben regir la vida en comunidad
Para que podamos tener éxito en el proceso de lograr estabilidad económica, es necesario alcanzar estabilidad política, lo que en Venezuela ha sido imposible en estos últimos veinte años, así como retomar el pacto democrático. En ese mismo sentido, creo oportuno destacar una cita de Wilhelm Ropke en su trabajo sobre Economía Libre y orden social (2012), donde enumera los valores que deben regir la vida en comunidad:
“… responsabilidad individual, respeto a ciertas normas indiscutibles, la honradez individual y un serio esfuerzo por seguir adelante y desarrollar las propias facultades, independencia basada en la propiedad, planificación responsable de la vida propia y de su familia, ahorro, empresa, asumir riesgos bien calculados, sentido del trabajo, la relación correcta con la naturaleza y la comunidad, el sentido de la continuidad y la tradición, el coraje de afrontar las incertidumbres de la vida por uno mismo, el sentido del orden natural de las cosas”.
Finaliza pidiendo a quienes discrepan de lo anterior “que revelen su propia escala de valores y que nos digan qué tipo de valores quieren para defenderse del comunismo sin tomar ideas de este…”.
Con base en esta propuesta, estoy convencido de que, para el rescate que Venezuela logre rescatar su economía y pueda tener en el futuro una economía desarrollada, debe abandonar los elementos institucionales que suponen trabas al mercado y que pretenden desde la centralización política controlar su libre funcionamiento. Es fundamental dar un giro hacia la recuperación de las instituciones que protejan los derechos de propiedad, el funcionamiento del mecanismo de precios, la democracia y la justicia. Y citando nuevamente a Hayek: “para construir un mundo mejor, hemos de tener el valor de comenzar de nuevo….Si hemos fracasado en el primer intento de crear un mundo de hombres libres, tenemos que intentarlo de nuevo”.
Por | Ismael Rodríguez Brady, economista y analista financiero