Después de Donald Trump ¿Qué?
El gran circo en el que está convertido el mundo, poco a poco ha ido retornando a la normalidad al menos cultural y socialmente hablando. En la parte política estamos crudos y la tozudez de unos cuantos hará más lenta y compleja la jornada en los intentos de reconducirnos a una forma de hacer política más seria y decente.
Desde que el presidente Donald Trump asumió el poder en este período, poco a poco a ha ido regresando el sentido común en el mundo, lo que me hace cuestionar seriamente a dónde queda la integridad del ser humano, cuando se dejaron arrastrar, usar y manipular por políticas infames como las que impuso la administración Biden.
Estados Unidos le vuelve a demostrar a los soberbios y negacionistas su influencia innegable y poderosa en cada esquina del mundo, en cada política y movida propuesta y ejecutada.
El efecto Trump es indiscutible.
Sin embargo, algo me sigue preocupando profundamente. Hago las preguntas incómodas tan características mías y nadie me sabe dar respuesta:
Después de Donald Trump ¿Qué?
Su indiscutible triunfo electoral, en buena parte se debe al desastroso desempeño de la administración Biden-Harris, le tocaron el bolsillo a la gente, y cuando esto pasa, no importa lo que intentes explicar, ya pierdes. A eso le debemos sumar la obsesión por promover políticas identitarias por encima de méritos, lógica y biología, la sexualización de menores de edad, la violenta obligatoriedad del lobby por una supuesta diversidad e inclusión y el paulatino desmembramiento de la familia, entre otras consecuencias naturales del progresismo que este dúo del mal promovía, le abrieron los ojos a los votantes a tiempo antes de que el daño fuera peor.
Los Hispanos fuimos fundamentales en este triunfo, puesto que era nuestra única carta de salvación para no terminar de ser sumergidos en este lodazal de horror al cual nos llevaban a todos. Pero, además, para más datos, somos la primera fuerza económica y racial de los Estados Unidos, luego de los caucásicos.
Importamos y mucho. A unos cuantos se les olvida…
He tenido la oportunidad de hacerle esta pregunta a líderes políticos de peso, a activistas políticos y actores políticos, la respuesta ha sido un preocupante y bochornoso silencio que sigue siendo el gran protagonista hasta este momento que usted me honra con su tiempo al leerme.
Una vez más, en la derecha estamos sin plan B, sin medidas alternas o de precaución para lo que va a venir tarde que temprano, y que me tomaré el atrevimiento de predecir en esta columna de opinión.
La izquierda mientras, no ha cesado de trabajar, adoctrinar, violentar, planificar, reclutar, manipular y silenciar voces inconvenientes para ellos. Ellos no descansan, siempre dicen lo que son, y cumplen sus objetivos al precio que sea. Lección aprendida de mi amado abuelo, quien fue voz importante en su época y determinante para la libertad que hoy goza Puerto Rico.
¿Qué es lo que va a venir? Al ganar una administración demócrata –Dios nos libre– vendrá una ola de revanchismo sin precedentes. Nos harán pagar con sangre, el cómo revertimos todos los desmanes que con protección del dúo Biden-Harris adelantaron. Eso sí, siempre con el manto protector de escudarse en velar por los caprichos que llaman derechos que fueron “violados”. Y por supuesto, vendrá una involución con vehemencia, de todo lo que se haya podido sanear o corregir.
Por desgracia, un porcentaje de la población aún no se entera de con quienes estamos tratando.
He consultado con distintos líderes y actores políticos republicanos y no he obtenido a la fecha una respuesta que me satisfaga o tranquilice. Incluso, muchos me dicen en privado, que agradecen que esté visibilizando una inquietud que ellos tienen y por su posición no pueden externar.
Pregunto una y otra vez ¿Qué vamos a hacer cuando esta administración termine? ¿Quiénes estarán liderando el plan B que no existe? ¿Cómo se supone que no se va a perder el voto hispano? Y el silencio brilla dolorosamente por su ausencia.
Es imperativo trabajo de activismo, trabajo de calle y sobre todo de pedagogía política, esto último con urgencia. Con ganar unas elecciones no es suficiente, de hecho, no es sino quizá la mitad de todo el trabajo. Insisto, un porcentaje muy alto, aún no se entera del profundo nivel de malignidad que estamos enfrentando.
Atrás quedó en recuerdos infames olorosos a hediondo tabaco, esa época donde los padres del monstruo de la familia de los ismos idearon el cáncer con el que hoy lidiamos. En la actualidad hay un financiamiento escandaloso, tecnología y muchas otras herramientas que hacen de las gestas de la izquierda algo quirúrgicamente maquiavélico.
La amenaza que enfrentamos es demasiado seria y lo digo responsablemente, no han entendido muchos la malignidad del enemigo con el que estamos batallando.
Tenemos otro gran problema que en paralelo se desarrolla e influye en el problema principal. En la actualidad se hace una política burda, chabacana, para orates. Atrás quedó esa academia que hoy silencian un grupúsculo de adoctrinados para todo reducirlo a “constructos sociales”.
Es necesario reconducir la conversación, elevar el discurso y ser ciudadanos responsables. Con depositar un voto muchos creen que cumplen con su país, con el mundo, con la sociedad, y están ajenos realmente de lo que significa ser ciudadanos, con el correspondiente ejercicio de deberes y derechos, así como de procuraduría ciudadana.
Se han acostumbrado muchos a lo que he llamado hacer la política estilo Tik Tok, ver un video de 30 segundos donde sale Donald Trump y resuelto el problema. Se limitan cual mono neurales a decir izquierda o derecha, y a vociferar vulgaridades, si son en voz alta mucho mejor.
Hacer política no es insultar, ridiculizar o deshumanizar. No se confunda nadie. Y repetir patrones déspotas, vengan de quien vengan, tampoco lo es. Es necesario ser más seres pensantes y menos repetidores de lo que las masas aceptan.
Algunos se hacen llamar “libre pensadores” pero les aterra hacer cuestionamientos y planteamientos reales de cosas que están mal, pero como las dice o propone determinada persona, les da terror llevarles la contraria y ser devorado por el lumpen digital que hace vida en redes sociales.
Es urgente y obligatorio un profundo trabajo cara a cara con el ciudadano votante, y en nuestro caso es mucho más delicado, no solo por nuestra influencia electoral, sino por el ecosistema hegemónico comunicacional en el que particularmente en Estados Unidos enfrentamos.
Cadenas como Telemundo y Univisión que dicen ser para el público hispano, se han dado a la tarea mañana, tarde y noche a repetir bulos, a manipular a la audiencia y a repetir narrativas victimistas que flaco favor nos hacen. Moldearon la opinión del votante hispano, haciendo un considerable daño, daño del que jamás se van a responsabilizar.
Improvisar en política tiene un precio muy alto que todos terminamos pagando.
Que no se diga que alguien no lo advirtió. Lo hice a tiempo, como siempre.
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