El fulano péndulo latinoamericano

Finalmente está por suceder. En Latinoamérica se llevará a cabo el último gran proceso electoral de este año. Después, faltarían los comicios de medio término en Estados Unidos para culminar el ciclo de este lado del globo terráqueo, pero en nuestra región tendremos que esperar la sustitución de un almanaque por otro para comenzar a revisar qué les espera a las sociedades que renueven autoridades, a ver si el fulano péndulo latinoamericano gira en otra dirección o se mantiene igual.

De ese modo, nos encontramos a tan solo días de conocer el nombre del nuevo presidente de Brasil y cómo quedará la correlación de fuerzas ante un eventual cambio en el color político de uno de sus países a partir de este 30 de octubre.

A continuación, revisaremos algunos elementos concernientes a la inminente segunda vuelta brasileña, así como ciertas consideraciones sobre los cambios políticos más recientes en nuestra región.

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Brasil y sus elecciones polarizadas

Coloquemos nuestra lupa sobre Brasil y sus elecciones polarizadas. Después de todo, es el proceso electoral nacional más reciente en nuestra región y que ayuda en gran medida a comprender parte del comportamiento político latinoamericano.

Empecemos diciendo lo básico: las dos principales candidaturas desde un principio han sido las de un expresidente que aspira ser presidente nuevamente y la de un presidente que de resultar perdedor pasaría a ser expresidente. Vaya juego de palabras, ¿no? Por supuesto, para la primera vuelta hubo más nombres sobre el tapete. Sin embargo, desde un principio siempre fueron ellos dos quienes tuvieron la opción de triunfar. Indistintamente de eso, ha sido uno de los procesos comiciales más polarizados en aquellos lados de los últimos tiempos.

Para dejar claro el tema de la polarización, Bolsonaro es considerado un derechista radical, aunque él se considere a sí mismo como un centro derechista, es decir, algo más moderado de lo que los demás suelen percibir de él. Por otro lado, Lula siempre se ha identificado con esa corriente socialista y antiimperialista que tuvo importantes avances políticos en varios países de la zona durante la década de los 2000. Desde el punto de vista del pensamiento político, no se puede negar que representan polos opuestos.

¿El Congreso ayudará o frenará al gobierno?

A pesar de que aún nos falta conocer el nombre del próximo presidente de la República Federativa de Brasil, cabe precisar que ya tenemos un primer resultado. Nos referimos al órgano legislativo nacional, cuya nueva composición debe remitirnos a la siguiente pregunta: ¿el Congreso ayudará o frenará al gobierno?

No es una pregunta tan fácil de contestar. Son varias las organizaciones políticas que harán vida en ambas cámaras y sus inclinaciones son de diferente índole. Veintitrés partidos integrarán la Cámara de Diputados y quince lo harán en el Senado. Lo más llamativo es que el partido que ocupó el segundo lugar en la primera vuelta presidencial es la tolda que se lleva la mayor cantidad de diputados y de senadores. Es decir, en el Congreso Bolsonaro salió mejor parado que Lula.

De quinientos trece diputados, el Partido Liberal —liderado por Bolsonaro— se llevó noventa y nueve, mientras que el Partido de los Trabajadores —de Lula da Silva— obtuvo la medalla de plata con sesenta y ocho miembros. De los ochenta y un senadores, el actual partido de gobierno suma a su causa catorce de ellos, mientras que el favorito de la primera vuelta presidencial sacó cinco menos que ellos.

En ambos casos —si gana uno u otro— se requerirá de negociación para sacar adelante los proyectos legislativos. La diferencia recae en que el Partido de los Trabajadores tiene menos congresistas que el Partido Liberal. Si Lula vence a Bolsonaro, su capacidad de llegar a acuerdos tendrá el desafío de no ser la primera fuerza parlamentaria.

Un giro a la izquierda en la región

Las elecciones en Brasil también ponen en evidencia un fenómeno que se ha observado en los últimos años desde la frontera entre México y Estados Unidos hasta la Patagonia. Se ha vivido en tiempos anteriores y se está repitiendo actualmente. Consiste en el cambio paulatino pero notorio de un lado del espectro político al otro en la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. En este momento en particular, se trata de un giro a la izquierda en la región.

Esta aseveración es tan cierta que cuando se trata de realizar un análisis político sobre el continente, se suele decir que sobre nosotros se posa una especie de péndulo, y que dependiendo de la forma en que se mueva, habrá gobiernos proclives a un lado del espectro político o del otro. Ya saben, la famosa dicotomía derecha-izquierda que se dio a conocer en los tiempos de la Revolución Francesa y que aún hoy sirve de referencia para muchos en términos ideológicos.

Desde esta perspectiva, nuestros países pasan de la derecha a la izquierda y viceversa en períodos medianamente similares —con pocos años de diferencia— y solo corresponde esperar un tiempo para que una corriente sustituya a otra en el poder.

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A pesar de ser una simpática metáfora, quizá no sea la forma más idónea de explicar el cambio político ni en Latinoamérica ni en ninguna otra parte del mundo. De hecho, suena bastante simplista y azarosa. La realidad es mucho más compleja. Sin embargo, suele escucharse esa «explicación» en los medios de comunicación tradicionales y tampoco sería correcto apartar la evidente brecha ideológica entre los dos candidatos que se disputan su estadía en el Palacio de la Alvorada por los próximos cuatro años.

Tomando en consideración este contexto y las particularidades del proceso electoral en puertas, el gigante sudamericano o reelige a su actual jefe de Estado para continuar con una administración orientada a la preservación de los valores tradicionales o regresa al frente del timón alguien que privilegia la justicia social. La región ha sufrido cambios y sería interesante saber si Brasil hará lo propio o se decantará por mantener lo que ya posee. Faltan días, así que debemos tener paciencia.