Las encuestas de opinión pública

En las campañas electorales ni los partidos, ni lo políticos le hablan a toda la población por igual. De hecho, el marketing político direcciona el mensaje de los candidatos a sectores específicos. Generalmente las intenciones van encausadas hacia los desatendidos o violentados por las administraciones anteriores, pero esto no se debe a un mero capricho, proviene de encuestas o sondeos de opinión dentro del padrón electoral de la población objetivo.

Las encuestas básicamente entregan una radiografía de los votantes: qué piensan, qué les gusta, qué les desagrada, qué necesitan, qué escuchan, qué leen, cómo se informan, en qué trabajaban, nivel educativo, nivel socieconómico, cómo se recrean, acceso a servicios públicos, etc. Este tipo de información dará a conocer en dónde están ganados los votos y en dónde se debe trabajar para subir la aceptación; de igual manera, se podrá identificar a la competencia, aciertos y desaciertos.

Gracias a estos resultados, el candidato podrá despegar su campaña con un norte; no hay peor manera de trabajar que a ciegas. En las campañas no hay un único escenario, por tanto, es elemental el trabajo de invertir en encuestas de opinión antes de establecer una estrategia.

Una de las acciones que se realizan luego de obtener los resultados es determinar los temas que se trabajarán con el candidato, tanto en la publicidad, imagen, intervención familiar, discurso, reuniones, ruedas de prensa, entrevistas o escenarios.

Por ejemplo, si el candidato es pro libre mercado y compite en un territorio con una administración saliente de izquierda, se sabe que la izquierda ahoga a la propiedad privada, por tanto, y muy someramente para no extender el artículo, el candidato debe mover sus intenciones hacia el fomento de la libre competencia, una política de bajar impuestos, lo cual sugiere poca intervención de la administración pública en el mercado, etc; son propuestas que, de paso, no significan el incremento del gasto público, sino todo lo contrario.

Es importante destacar que las encuestas para campañas electorales no deben ser realizadas ni analizadas por militantes de partidos, ya que esto representa un sesgo que contaminaría el resultado y, además, no dará confianza en el encuestado, por lo que la verdad, tal vez, no sea dada. Para esto deben contratarse empresas dedicadas a ello: encuestadoras que pasarán los datos al equipo consultor del candidato.

Generar empatía y, por ende, credibilidad en el candidato será parte de la agenda en la construcción del discurso y la imagen, además, el ser y parecer serán moldeados de acuerdo a los sondeos de opinión. La mejor estrategia será aquella que provenga de un análisis cuantitativo y cualitativo del electorado.

@YorbisEP