Cesarismo Democrático

“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” Epístola a los romanos 13:1–2

El fragmento bíblico antes mencionado es la base fundamental de la teoría del “Derecho Divino de los Reyes”  de Robert Filmer, en el cual sostiene que la autoridad de un rey para gobernar proviene de la voluntad de dios (independientemente del dios de la comunidad que se gobierna). El poder solo se somete a Dios. Elegido por la deidad, el monarca actúa a su voluntad y sólo debe responder por sus acciones ante Dios, ante nadie más. Contrariarlo, pensar distinto o dudar de su palabra y orden, son entendidos como actos contrarios a la voluntad de Dios, pues la palabra del monarca y la de Dios “son una sola”. Sin embargo, la naturaleza humana está orientada al pensamiento crítico, a la duda, a preguntarse el “¿Por qué?” de las cosas. Misma naturaleza que dio origen a un hecho que marcó un antes y después en la historia de la humanidad: la secularización.

La secularización (división de la religión y la política, del Estado y la iglesia) comienza en el siglo XV y se concreta más puntualmente en el siglo XVIII con el movimiento de la ilustración, cuyo planteamiento era luchar contra la ignorancia y el misticismo, a los que había que acabar por medio de la difusión de las ciencias y el empleo de la razón. Posteriormente también aparecieron críticos de la religión planteando la división entre lo que la religión impone y lo que la vida civil en “la polis” exige. Resaltando que, frente a un mundo regido por las creencias y normas religiosas, era necesario una sociedad de individuos racionales, guiados por principios laicos y leyes universales. Una vez caído el sistema monárquico y el “poder divino de los reyes” en la inmensa mayoría del mundo, nace la República y con ella se cree “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” y el “Contrato Social”, donde se plantea vivir bajo un Estado de Derecho. El contrato social deja por escrito que el poder político, social, etc., no es de dioses, sino de humanos, por humanos y para humanos. En él se establecerán derechos, deberes y limitaciones tanto para el Gobierno de turno, como para el Estado y los ciudadanos. De acá en adelante pasará a ser la política y los sistemas políticos que hoy conocemos en el mundo moderno occidental, la política se racionalizó a través del estudio de diversas disciplinas, como la historia, sociología, economía, administración, el derecho, psicología, antropológica, la política comparada, estudios de los partidos, etc. Los políticos dejaron de ser dioses, dejaron de tener el “derecho divino” para gobernar y pasaron a ser lo que siempre fueron: seres humanos sin poderes mágicos, que comenten aciertos y errores, dependiendo de las medidas políticas que tomen en su administración, que se les puede y debe cuestionar, oponérsele, incluso, derrocarlos si acaso éste viola los derechos fundamentales e inalienables de un ser humano como lo son su vida, libertad y propiedad.

Pero en Venezuela no parece haber sucedido esta racionalización de la política, y a pesar de que tenemos “República” desde 1810, vemos una conducta de adoración a los caudillos, una conducta mesiánica, una obediencia absoluta y endiosamiento de los políticos, donde se ve mal a todo aquel que difiera del “líder”, trayendo como resultado ataques, aislamiento social, bloqueos, cuando no, la muerte. Donde la ley es opcional y se cumple al antojo del caudillo de turno, donde el Estado no es el aparato administrativo racionalizado y neutral, sino que funge como un brazo a las órdenes del mesías, parafraseando a Laureano Vallenilla Lanz en su libro El “Cesarismo Democrático”, podemos decir que nos adelantamos al dar el nombre de Republica a lo que en ese momento era Venezuela y más equivocados aún, en darle el título de ciudadanos a quienes no tenían la más mínima educación y formación cívica. Creyeron que con títulos y leyes plasmadas en papeles ignorados cual panfletos idealizados, borrarían la “herencia psicológica” de la colonia, como la llamaba Laureano.

Pero ¿Por qué Venezuela no avanzó hacia ese pensamiento racional de la política?, mientras en Europa se daban las revoluciones contra la monarquía y se promovían las ciencias y la razón, Venezuela estaba bajo el dominio de la corona española que no representaba el problema como tal, sino la etapa en la que se encontraba esta corona. La corona española que forja a Venezuela es la católica y en pleno proceso de inquisición, aquel antiguo tribunal eclesiástico establecido para descubrir y castigar las faltas contra la fe o las doctrinas de la Iglesia, donde estaba prohibido pensar diferente al dogma, donde el “Index librorum prohibitorum” (Índice de libros prohibidos) promulgado en el Concilio de Trento seguía vigente, libros de investigación científica como los de Nicolás Copérnico, Francis Bacon, Voltaire, Pascal, Jean-Jacques Rousseau, entre otros, jamás habían sido abiertos o si quiera permitido su ingreso en la colonia venezolana, la razón, la ciencia, la lógica, nunca fueron características de nuestros orígenes. A esto hay que sumarle la escolástica, es decir, trajeron aquella teoría muy trabajada, sin crítica interna, que resulta conservadora y sin ideas renovadoras, donde se obligaba la obediencia a la palabra del cura, donde la orden de la autoridad política se cumplía porque él representaba a la corona y la corona representaba a dios, no existía libre pensamiento, investigación, dudar era un delito, era simplemente creer y confiar a ciegas. Esto se refleja en la reacción de los venezolanos ante el primer gran caudillo: José Tomas Boves quien valiéndose de los resentimientos sociales de las clases más bajas contra los abusos y explotación de que eran objeto por parte de los “Mantuanos”, desencadenó una feroz ofensiva contra los ejércitos independentistas, tanta era la adoración de las clases populares a este caudillo, que lo llamaban “Taita” que traducido significa Papá.

Otro ejemplo de caudillo fue Páez, quien también se ganó el apoyo popular al prometer otorgar títulos de tierra a las clases populares y jefes del ejército de independencia, seguidamente se le comenzó a gritar “General, usted es la patria” y luego, al fallar estas promesas, otro caudillo nació: Ezequiel Zamora, quien usando las mismas estrategias Boves y Páez, es decir, el resentimiento y victimismo, se gana el apoyo de la masa hablando de justicia social, igualdad, etc y comienzó a invocar consignas como “muerte a los blancos”, “todo para los pobres y nada para los ricos”, y “mueran los que saben leer y escribir”. Otra escena de caudillismo, escolástica e inquisición, fue la escena nefasta que interpretaron el General Pedro Carujo y el Dr. Vargas, marcando por mucho lo que sería ser “político” en Venezuela. En esta escena Pedro Carujo se dirige al muy honorable Dr. Vargas, presidente de la República en aquel entonces: «Señor Vargas, el mundo es de los valientes.», a lo que el Dr. Vargas respondió: “No, el mundo es del hombre justo, es del hombre de bien, y no del valiente, es del que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia” El hombre salvaje contra el civilizado, el hombre de instintos primitivos contra el hombre de moral, principios y educación, así marco esta escena la historia política de nuestro país.

Y así pasamos de caudillo en caudillo, como José Tadeo Monagas quien organizo un asalto al Congreso de la república, pues ahí se discutía enjuiciarlo por hechos violatorios de la constitución, más específicamente por haber ejercido facultades extraordinarias ilegalmente, emplear la fuerza armada sin consentimiento del Consejo de Gobierno y de haber ejercido la administración fuera de la capital, lo que derivó en que el poder Legislativo y el Judicial perdieran su independencia y se sometieran a la voluntad del presidente de la república. Otro gran caudillo fue Juan Vicente Gómez, quien cuenta con una gran cantidad de reformas constitucionales a conveniencia, personalismo del Estado y, sobre todo, 27 años de gobierno, en los cuales se balancean entre una visión dictatorial y otra que busca medir sus grandes logros en cuestión de políticas públicas. Saltando los años, caemos en la era del neo-caudillismo, de la institucionalización del caudillismo, mesianismo y personalismo, esto en cuanto a la llegada de los partidos políticos socialistas al poder en 1958 bajo la figura de Rómulo Betancourt con su partido socialista Acción Democrática. Acá sucede algo muy importante en nuestra estructura social como nación que es importante resaltar, Rómulo Betancourt y su partido político es de corte socialista, esta ideología trae consigo un modus operandi igual que el de la inquisición: exige obediencia, coarta la libertad de expresión, prohíbe ser libre pensante, llevar la contraria es un delito, violenta la vida, libertad y propiedad de los individuos, es necesario que se tenga un líder mesiánico que los guie, por lo cual crea dependencia del Estado en este caso, llega el clientelismo político y el paternalismo gubernamental.

Así pasaron cuarenta años de acondicionar a una sociedad que, cegada por el keynesianismo y la ideología de izquierda tan romántica de la época, se volvieron ovejas de un sistema, se reactivó en ellos el gen pasado de adoración caudillista, la “herencia psicológica”, ni siquiera obedecían a los planes de gobierno de sus partidos, sino al líder carismático de turno, Carlos Andrés Pérez o Caldera, entre otros, anularon todo vestigio de individuos, de ciudadanos, y pasaron a ser el “pueblo”, la “masa”. Sin embargo, el efecto de esta época de caudillismo partidista llego a su punto de quiebre en los 90´, pues ya había pasado la ilusión de bonanza producido por su modelo económico socialista, con lo cual abonó el terreno perfecto para un nuevo Boves, un nuevo Ezequiel Zamora, un nuevo “cristo” según la iglesia que nos conquista y ese, fue Hugo Chávez, quien irrumpe en el escenario dando un golpe de estado, acompañado de un discurso donde evoca los mismos argumentos de los anteriores caudillos: el resentimiento social, el victimismo, promesas de acabar la desigualdad, de quitarle a los ricos para darle a los pobres. Esta propuesta fue muy bien acogida, pues ya los venezolanos tenían 40 años de condicionamiento socialista y Chávez, debido a que sus padres pertenecían al partido socialista “Comité de Organización Política Electoral Independiente” (COPEI), se había formado en la izquierda, además de ser el pupilo de Fidel Castro, quien ya había fallado al educar y apoyar a Betancourt en el 58.

Chávez recibe el apoyo de empresarios, medios de comunicación, “intelectuales” y del “pueblo” y se hace del poder con el 56.20 %, los 14 años venideros ya sabes lo que ocurrió: expropiación, desaparición del estado de derecho, inflación, persecución, encarcelamiento, muerte, hambre, violación de los derechos humanos, satanización de la academia, en pocas palabras, una tiranía al mejor estilo socialista. Pero el problema continuo, por obvias razones, el descontento contra Chávez y su tiranía creció y la oposición, quienes profesan la misma ideóloga del régimen (socialismo), comenzó a tomar fuerzas y su poder político aumentó considerablemente, con lo cual comenzaron a aparecer figuras mesiánicas o caudillos en el seno de sus organizaciones, ejemplo de esto fue Manuel Rosales y su partido Un Nuevo Tiempo (Miembro de la internacional Socialista), quien fue candidato presidencial en el 2006 y el “pueblo” lo adoraba como gran líder, pero a medida que la crisis se agravaba y el descontento contra la dictadura aumentaba, los liderazgos mesiánicos y las actitudes del “pueblo” de buscar, necesitar e idolatrar a un líder mesiánico crecían.

Llego el 2012 y un nuevo mesías “opositor” apareció: Henrique Capriles Randonski, la gente se volcó a él, usaban sus consignas muy religiosas “los tiempos de dios son perfectos”, en una intención de ceder la responsabilidad a él, así también usaban  la indumentaria cual hábitos a los monjes (gorra tricolor, rosarios, gorra), lo llamaban cariñosamente “Flaco” como cual fanático llama a su dios “papá” y pobre aquel que hiciera critica a este líder, pues sería víctima de violencia por sus seguidores. La condición de libre pensante, de liberal, en Venezuela paso a ser algo peligroso, eras atacado por los seguidores de la tiranía y por otro lado, eras atacado por los seguidores de la “oposición”, socios de la primera. El liderazgo mesiánico de Henrique Capriles terminó en el 2013 cuando se vendió al régimen y entregó las elecciones presidenciales en las cuales compitió contra Nicolás Maduro, sin embargo, aún guarda su séquito de adoradores.

Otra evidencia de la presencia de la actitud mesiánica y escolástica fue luego de muerto Chávez en el 2012, pues este fue convertido por sus seguidores en un santo, en una imagen de adoración religiosa, en  un Dios, se le llegó a  levantar un templo a su adoración llamado “cuartel de la Montaña”, pero la prueba más fehaciente es la elección Nicolás Maduro como presidente de la república, pues esta elección estaba rodeada de misticismo, ya que Chávez en vida había anunciado que su “elegido”, que su “hijo”, para que continuara su “legado”, su “ mensaje”, era Nicolás Maduro, de forma que éste no sólo asume la presidencia de la república, si no también la imagen de “hijo de dios” una especie de Jesús De Nazaret en la psiquis del colectivo. En el 2014, vino el otro “nuevo mesías”, esta vez encarnado por Leopoldo López, quien en la psiquis de la masa, se “sacrifico por nosotros para expiar los pecados” y se encarceló por propia voluntad, además de tener una esposa e hijos, quienes cumplieron ese rol de “sagrada familia”.

La adoración personalista en torno a Leopoldo fue la más radical, su lema religioso se hizo culto: “Fuerza y Fe” y todos los que nos opusimos a él, éramos considerados casi como “herejes”. Su liderazgo mermó cuando su esposa se comenzó a reunir con personajes del chavismo, darle gracias y reconocerlos como necesarios para comenzar la “nueva Venezuela”, como por ejemplo los hermanos Rodríguez y Juan Barreto. Pasado fatídicos 2 años (2015) del nuevo “reino de dios” bajo el mando del “Cristo” Nicolás Maduro, llego el nuevo caudillo de la “oposición”: Henry Ramos Allup (Vicepresidente de la internacional Socialista) y su partido Acción Democrática (Miembro de la Internacional Socialista), quien asumió la presidencia de la Asamblea Nacional y el “pueblo” reaccionó encantado con su forma de hablar, imitaban sus frases como: “aquí las cosas cambiaron diputado” o “el tiempo lo llevo yo, no usted” y el punto de adoración llego a la cima cuando tomó acciones “radicales” y ordena sacar el cuadro de Chávez del hemiciclo de sesiones.

El mesianismo de Allup duró hasta que prefirió “doblarse para no partirse” y apoyar diálogos y elecciones fraudulentas, hoy por hoy, goza de bastante rechazo. Llego el 2019 y se despertó un nuevo mesías y de forma exprés: Juan Guaido, un socialista de Voluntad Popular (partido miembro de la internacional socialista) quien nadie sabía quién era, pero asumió la presidencia de la Asamblea Nacional y luego, por órdenes constitucionales y legales, asumió el puesto de Presidente Encargado. Al igual que Leopoldo, tuvo una suerte de “sagrada familia”, en la cual gozó de comparaciones con Bolívar y se le atribuyeron los mil y un milagros, resumidos en el argumento “él ha hecho en 30 días lo que no habíamos logrado en 20 años”, de nuevo la gente apela a la “fe” en el líder para resolver los problemas que solo los hombres y ciudadanos pueden resolver. Obviamente sucedió lo mismo que ha pasado con otros líderes mesiánicos: los que nos hemos oponemos, somos atacados como los “herejes”, aunque ya a este punto tienen un repertorio de insultos y acusaciones, como por ejemplo “infiltrados”, “guerreros del teclado”, “divisionistas”, “suma no restes”, “eres del G2 Cubano”, “Cobardes”, etc.

Guaido prometió el “cese de la usurpación, gobierno de transición y las elecciones libres”, también dijo que “vamos bien” en una suerte de marketing refrito de comercial de tv, pero que la “masa” recibió con beneplácito, repitiéndolo como mantra. El tiempo, fiel aliado de la verdad, dejó caer la careta de Guaido y de la falsa oposición una vez más, el resultado del “Dios” Guaido fue: quema de ayuda humanitaria, el robo de 150 millones por parte de Guaido y su banda, 35 muertos, los narco sobrinos de Cilia Flores puestos en libertad y la continuidad de la tiranía. Cuando pensábamos que todo había acabado, llegó el 2024 y con él, un nuevo líder mesiánico: María Corina Machado. Está mujer paso a ser llamada la  “la dama de hierro” y su mantra repetido por la masa era “hasta el final”, a pesar de todas las advertencias y experiencias sobre estos “mesías”, la tiranía de la mayoría decidió empoderarla. En este episodio de las “presidenciales 2024” sucedió algo que vino a exponer el carácter caudillista del venezolano: al inhabilitar a María Corina, el fanatismo fue capaz de ser transferido de forma inmediata a una señora desconocida llamada Corina Yoris.

En ese momento, la señora Yoris pasó a ser un Dios, luego de ser una total desconocida en el escenario político venezolano. Pero no queda ahí, ese mandato caudillista fue nuevamente transferido a alguien desconocido de nuevo, solo con levantarle la mano: Edmundo González. El final del show fue el mismo: 27 muertos, más de 1700 detenidos, un pueblo desesperado, Maduro continuó en el poder, Alex Saab fue liberado por el acuerdo de Barbados y desaparecidos. El panorama sociológico venezolano no pinta cambios pronto, si bien existe una gran cantidad de valientes ciudadanos que han decidido ser individuos pensantes, críticos, alzar su voz y romper esta tradición escolástica y de adoración a líderes personalistas, existe otra masa que exige, adora y esperan al mesías, con lo cual, en nuestro país no ha existido un quiebre entre la religión y la política, la razón y lo místico-ocultista.

Un país que no racionaliza su política, está condenado al fracaso, el ciudadano tiene el deber de cuestionar, dudar e increpar a sus políticos, debe hacerles auditorias, seguimientos, contraloría, los ciudadanos no siguen a ciegas a un líder y aún en cuanto se le apoya, se debe mantener la razón y ser objetivos, evaluar resultados, pasados históricos, hechos. Lamentablemente esta no es la premisa de Venezuela y sus habitantes, Venezuela sigue imperando el “derecho divino de los reyes”, donde se endiosa a los políticos y luego se les crucifica cuando, obviamente, no cumplen sus promesas del “reino de los cielos”, poco se ha entendido que Dios no existe en la política. Llevamos 2025 años esperando la segunda llegada de Jesús de Nazaret, no creo que los venezolanos quieran esperar 2000 años para que el país se levante y sea potencia con libre mercado y plenas libertades individuales, con una República custodiada por ciudadanos. Dios no hará por los hombres, lo que los hombres deben hacer por sí solos.

Edúcate en la libertad, que la ignorancia se paga caro.