Colombia: no perdonéis delincuentes.
Colombia ha votado en primera vuelta dando como ganador a Gustavo Petro con más del 40% de los votos, este resultado no es producto del mediocre gobierno de Iván Duque, tampoco es producto de las protestas que vivió Colombia en el año 2021 ¡NO! Petro es producto de un acelerado proceso de deterioro de la sociedad colombiana, una sociedad que de la noche a la mañana olvidó medio siglo de terrorismo con la consecuente pérdida de vidas y desplazados, porque recordemos, que durante el siglo XX eran los colombianos los que cruzaban a pie las fronteras y no los venezolanos. Paradójicamente, quienes habían causado dolor y desolación durante más de medio siglo en Colombia, hoy son los socios políticos del ganador de la primera vuelta electoral en Colombia y son sus socios porque Petro fue (o es) uno de ellos.
Por otro lado, 9 millones de electores están en edades comprendidas entre los 18 y los 28 años, no vivieron, apenas medio olfatearon el conflicto interno colombiano, y (así no les guste y esto es una generalización) forman parte de “la generación de cristal” una generación criada en las emociones y no en la razón, incapaces de sus virtudes y susceptibles de todos sus defectos, ya que no aceptan la verdad siempre que está les lastime o les ofenda, proclives a creer en “soluciones mágicas” ya que aún no les ha tocado implementarlas en sus vidas cotidianas.
Otro factor importante en este resultado es el fallecimiento de eso que llaman “el Uribismo” pese a que fue el gobierno de Álvaro Uribe Vélez el que devolvió a Colombia al mapa mundial mediante la lucha frontal contra los grupos terroristas que asolaron Colombia, dando a ese país una nueva cara e impulsándola en los aspectos económicos y sociales; Uribe una vez fuera del gobierno ha sido un pésimo opositor. Su primer y más importante error fue cederle el testigo a Juan Manuel Santos, quien rompió en mil pedazos el partido que había llevado a Uribe a la reelección (El Partido de la U) de esa ruptura surgió el actual partido del ex presidente el Centro Democrático, con el que volvió al poder con Iván Duque en el año 2018. Es importante destacar que ese retorno al poder venía acompañado de la victoria en el referendo que rechazó el acuerdo de impunidad firmado entre Santos y las FARC, pero tanto Uribe como Duque ya en el gobierno renunciaron a impedir la implementación de ese acuerdo que a los únicos que beneficiaron fue a los terroristas de las FARC que hoy además de continuar armados están además en el congreso y en el senado.
Uribe además una vez salió de la presidencia fue objeto de una campaña de satanización brutal, pero la culpa no es únicamente de quienes atacan sino de quien no sabe defenderse, si bien judicialmente no tiene sentencias de ningún tipo, comunicacionalmente para los colombianos y en particular para los de la “generación de cristal” Uribe es el culpable de todos los males de Colombia. Esa satanización de Uribe pesó como una loza de mármol sobre la candidatura de Federico Gutiérrez a quien las encuestas daban como principal contendor de Gustavo Petro. Gutiérrez no tenía mayor proximidad con Uribe más allá de haber coincidido en funciones de gobierno (Uribe como presidente y Gutiérrez como Alcalde de Medellín) pero el partido de Uribe apoyó la candidatura de Gutiérrez (FICO) Desde mi interpretación esta siempre fue la intención de Uribe, quien estaba plenamente consciente de que su partido, (precedido por la pésima administración de Duque) sufría eso que llamamos “el desgaste del poder”, fuese quien fuese el candidato, perdería, y quien se asomaba con más fuerza en el horizonte era la Senadora María Fernanda Cabal.
Así que, para salvar a la senadora Cabal de una derrota, Uribe envió al frente a uno de sus más leales colaboradores Óscar Iván Zuluaga, un político brillante que probablemente sería un estupendo presidente para Colombia, pero que es un pésimo candidato, una persona carente de la chispa necesaria para conectarse con el electorado. Así pues, el Centro Democrático, sale totalmente derrotado, pero apostando a que un eventual gobierno de Petro sea tan catastrófico que en 2026 los colombianos vuelvan a buscar en el Uribismo la estabilidad perdida.
A Petro aún no le dan las cuentas para ganar en 2da vuelta, pero es probable que lo logre, su propaganda es solida y lo es porque como aseguré en párrafos anteriores sus propuestas responde a “anhelos metafísicos” concentrado en los aspectos de la agenda progresista mundial impulsada por la ONU, como el feminismo, el ecologismo, la ideología de género y la reivindicación de minorías étnicas, seguramente sumará más incautos a su campaña, en 2da vuelta se enfrentará al ingeniero Rodolfo Hernández quien es el gran ganador de esta 1era vuelta ya que las encuestas lo daban como tercera opción.
Si bien el voto de Petro es sólido, también lo es el voto en su contra y queda un 60% del electorado colombiano que no apoyó a Petro, pero lo que parece evidente, no lo es electoralmente. Los trasvases de votos no son ni automáticos ni totales, Gutiérrez ha anunciado su apoyo al ingeniero Hernández, pero corresponde a este último saber aglutinar sus apoyos directos con el voto anti Petro. Si logra movilizar esos dos bloques el día de la elección puede convertirse en el nuevo presidente de Colombia y dejar a Petro nuevamente “con los crespos hechos” La campaña de la 2da vuelta será salvaje y podemos esperar cualquier tipo de denuncias y descalificaciones, esperemos también un Rodolfo Hernández más agresivo, ya que su padre fue secuestrado por las FARC y su hermana desaparecida por el ELN.
En este punto nada de lo escrito tiene que ver con el título del artículo “Colombia: No perdonéis delincuentes” pero es que esa es la cruz con la que carga Colombia y buena parte de Hispanoamérica. El candidato Petro es un ex guerrillero del movimiento M-19, capturado en 1985 en posesión de armas y material subversivo, al parecer al ser capturado “se hizo” en los pantalones lo que le valió el alias de “el cacas” abandonó (al menos eso dice) el terrorismo y se dedicó a la política (ha vivido del Estado desde muy joven)siendo concejal de Zipaquirá Cundinamarca militaba en la guerrilla, se plegó al proceso de paz entre el Estado y la guerrilla del M-19 y de allí pasó a la cámara de representantes, fue electo alcalde de Bogotá en 2011 y siendo alcalde fue revocado de su cargo por la Procuraduría del Estado Colombiano, decisión que fue revocada ya que en ese momento se desarrollaban las negociaciones entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, así que mejor no deteriorar esos diálogos. Perdió las elecciones de 2018 pero logró poco más de 8 millones de votos, convirtiéndose en una fuerza política importante en Colombia. Instigó las protestas de 2021 contra el gobierno de Duque apoyando incluso los bloqueos de vías. Así llegó a este punto, donde nuevamente llega a las puertas del Palacio de Nariño, casa de gobierno de Colombia.
Chávez fue un delincuente que dio un golpe de Estado y fue indultado, Daniel ortega fue un delincuente guerrillero que fue indultado en un proceso de Paz, Lula (quien vuelva a disputar la presidencia del Brasil) fue condenado por corrupto y aún así vuelve a estar en carrera. Estamos empeñados en oír cantos de sirena de individuos que han demostrado ser incapaces de respetar normas mínimas de convivencia y que se valen del sistema de libertades que les ha amamantado para atentar contra el mismo.
En este presente en marcha, donde buena parte de la población cree entender la política a través de memes, circula una frase que no sabemos a quién atribuir ya que ahora se pega una frase sobre cualquier foto y así cualquiera es el autor de la frase, pero, en fin “un pueblo que vota a delincuentes, no es victima ES CÓMPLICE” así que dejemos de llorar los fracasos de un gobierno, porque ese fracaso es nuestro. La amnesia colectiva que protagonizamos atenta contra la democracia (si es que aún existe) así que NO LLOREN LA LECHE DERRAMADA.