Releyendo a huntington: la guerra de ucrania y la reconfiguración del orden mundial a partir de una reflexión sobre las civilizaciones y la geopolítica clásica.

El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial es una de las obras con mayor connotación en el mundo de las ciencias políticas y sociales, especialmente a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Su tesis central fue desarrollada por el politólogo Samuel P Huntington, y aparece publicada en el ocaso del siglo XX, es decir, poco más de media década luego de la caída del bloque soviético y el fenecimiento de la guerra fría; la misma se plantea como una proyección de la reconfiguración del poder mundial, basada en criterios culturales, en un escenario internacional de característica multipolar.

La vigencia con la que se nos presenta la tesis del choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial es merecedora de una extensa relectura y análisis por parte de politólogos, sociólogos, psicólogos, y afines. Una revisión de las principales tensiones, conflictos, conformación o desintegración de los bloques de poder, cooperación, movilización social entre otros; ocurridos durante las últimas dos décadas y media nos lleva a considerar que existen para ellos explicaciones formuladas a través del enfoque planteado por dicha tesis.

El presente artículo invita a los investigadores a tomar el enfoque central de la tesis del choque de civilizaciones, a través de sus cinco corolarios principales, y  conjugarla con las teorías geopolíticas clásicas. Así, a través del ejercicio de análisis político comparado, poder determinar el alcance real de dichas aproximaciones a la hora de formular explicaciones para los fenómenos políticos de la actualidad. El planteamiento de una investigación limitada al análisis político comparado de los cinco corolarios principales de la tesis del choque de civilizaciones sería ideal para comprender la reconfiguración de las relaciones de conflicto, cooperación y desintegración entre occidente y el resto del mundo, así como también; de configuración de los bloques de poder económico y militar a partir del 11 de septiembre del año 2001 hasta el 31 de mayo de 2022.

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I. Política global multipolar y multicivilizacional.

El planteamiento que hace Huntington con respecto a un mundo multipolar está sustentado en la evolución histórica que ocurre en la humanidad a partir de la era moderna y que data de 1500 d.c.  Es decir, cuando comienza a presentarse una mayor interacción entre las diferentes culturas y civilizaciones que componen a la humanidad. Para Huntington, hubo un orden multipolar dentro de la civilización occidental, de características competitivas, acompañada de fenómenos como el imperialismo y la colonización. Ese orden produjo la hegemonía de occidente con respecto a las otras civilizaciones, configurándose de esa manera un orden internacional unipolar. Luego de finalizada la segunda guerra mundial, se erige una nueva reconfiguración del orden internacional, esta vez de características bipolar con dos grandes bloques de poder global: Los Estados Unidos y la Unión Soviética. Tras el final de la guerra fría, se levantan los Estados unidos como única superpotencia del mundo, sin embargo, la pérdida de su influencia relativa frente a  viejos y nuevos actores internacionales van reconfigurando el orden global actual a razón de un mundo multipolar “por primera vez en la historia” Huntington (1997).

II. El pensamiento geopolítico.

Esa realidad política, en sus diferentes etapas, impulsó la aparición del pensamiento geopolítico, destacando la teoría del norteamericano Alfred Mahan –EL PODER NAVAL- que explicó los fundamentos del éxito inglés para la dominación del mundo a través de los océanos; teoría que luego sería desarrollada por los Estados Unidos de América. Tras el desarrollo tecnológico, especialmente del ferrocarril, sería entonces un inglés, Halford Mackinder, quien propondría la teoría del “pivote geográfico de la historia” conocida también como “región cardial”; sería esta la contrapropuesta al poder Naval, pues en ella se propuso la división del mundo en áreas geográficas para su dominación a través de las rutas terrestres que conectan los contenientes europeo, asiático y África, a saber: Hertland, isla mundial, región insular del creciente interior, y región insular el creciente exterior. Ambas teorías protagonizarían las estrategias de guerra en los campos de batalla de la segunda guerra mundial. 

Mackinder resume su teoría en el siguiente postulado: “Quien controle el heartland, domina la isla mundial, y quien domine la isla mundial, controla el mundo”

James Fairgrieve, discípulo de Mackinder, plantearía una actualización de la teoría del poder terrestre y a esta se le conoce como “la teoría de las zonas de aplastamiento”; en ella se desarrollan las zonas de presión y los Estados tapón: esta zona estaría ubicada entre el Heartland Moscú-Alemania-Tokio. La idea de Fairgrieve es la de separar a las grandes potencias a través de los estados tapón, y así evitar la confrontación directa entre ellas. Cobraría suma importancia durante la guerra fría, tiempo en el cual se crearon varios Estados tapón, entre ellos: Suecia, Finlandia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Afganistán, Korea del sur y Taiwán; como estados pequeños que separaban las grandes potencias. Otro ejemplo fue Nepal, creada para separar a China de la India. Así mismo, Pakistán y Bangladesh sirvieron para debilitar a la India en los flancos este y oeste. Luego de la caída del bloque soviético surgieron Ucrania y Georgia, entre otros.

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Alexander Seversky, rompería con las concepciones geopolíticas existentes hasta entonces, planteando su teoría del poder aéreo como respuesta al poder naval y terrestre. El desarrollo de la aviación militar, aseguraba él, rompería con los Estados tapón, las fortificaciones terrestres, y todas las dificultades interoceánicas. Finalmente, Nicholas Spykman ideó la “teoría del perímetro de seguridad y la zona periférica” o “rimland”, en ella establece que el poder ahora recae en los países bimaritimos, y que no es necesario controlar el heartland y la isla mundial de Mackinder, sino cercarla a través de un perímetro de seguridad que funcionaba además como alarma temprana ante un ataque extra continental.

III. Ucrania más allá de un Estado Tapón.

Ucrania se convierte en Estado[1] independiente por primera vez en la historia tras la disolución de la Unión Soviética, y más allá de cualquier análisis jurídico, lo cierto es que, desde la perspectiva de la geopolítica; el Estado Ucranio fue consecuencia del choque entre los intereses de las grandes potencias, principalmente, por la ubicación geoestratégica de ese país; en tal sentido, su concepción se ajusta al termino de Estado tapón, y separa a los países miembros de la OTAN con respecto a la Federación Rusa. Si se observa el mapa de Ucrania, ésta se encuentra ubicada justo en el heartland del mundo pero, además de ello; y de acuerdo con la teoría del choque de civilizaciones y la reconfiguración del mundo planteada por Samuel Huntington, Ucrania está posicionada justo en una línea de fractura entre civilizaciones; a saber: civilización ortodoxa, civilización islámica, y civilización occidental. Todo lo antes expuesto convierte a Ucrania, desde la perspectiva geopolítica, en un espacio vital de primer orden para la federación rusa, es decir, una porción de territorio donde se juega la propia existencia del Estado Ruso.

“Aquellas guerras que se desarrollen en las líneas de fractura constituyen el mayor peligro para la humanidad” Huntington (1997). Para Huntington estas guerras son las que mayor probabilidad tienen de escalar hacia la internacionalización de un conflicto, y llegan a tener potencial de alcance mundial. Y ha tenido razón en ello, la actual guerra de Ucrania constituye un peligro global, pues se conjugan elementos claves en términos de civilización y geopolítica clásica que afectan, entre otros, a la mayor potencia territorial y nuclear del mundo: Rusia.

La expansión de la OTAN hacia el Este constituye un desequilibrio de fuerzas geoestratégicas que desdibuja las zonas de presión propuestas por Fairgrieve; representa una amenaza real por cuanto dicha expansión se dirige claramente hacia el heartland con el propósito de controlar la isla mundial (Caucaso-Asia central- oriente medio). Sumado a ella, se construye un poder global de alianzas (AUKUS+Japón) siguiendo los parámetros de Spykman, es decir, cercando el rimland (Asia central- China).

IV. Occidente frente al mundo.

El Dragon-Bear (Dragon-Oso) Velina Tchakarova (2020) es la alianza estratégica de China y Rusia como reacción a lo que estos Estados consideran “un avance peligroso de occidente”. Se trata de una alianza circunstancial y de carácter estratégico de la cual dependen ambos Estados para enfrentar una amenaza mutua; Rusia aportando tecnología militar, energía, y materias primas; mientras que china aporta ingentes recursos económicos, inteligencia, entre otros. Aunado a ello, China y la India principalmente pero, también Pakistán, Irán, e incluso Arabia Saudita ven con recelo la pretensión de occidente en “democratizar a Rusia”; en el fondo temen que una vez Rusia esté fuera del juego geopolítico, esta expansión de occidente continúe por toda Asia. Eso explica las reacciones de estos países, así como también; las de Brasil, Sudáfrica, entre otros actores a través de los distintos mecanismos de la comunidad internacional, y de su accionar en los mercados globales, principalmente con respecto de las energías y materias primas.

En el mundo actual evidentemente se concreta un choque entre las civilizaciones pero, especialmente de occidente frente al resto de las civilizaciones. El objetivo de los actores antes mencionados y otros pertenecientes a civilizaciones no occidentales es, ante todo, restar la influencia relativa de Occidente, especialmente de los Estados Unidos, a nivel global.

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V. Los desafíos de la identidad nacional de los Estados Unidos.

Estados Unidos debe reafirmar sus valores originarios, además de entender que el mundo no puede responder unísono a los parámetros democráticos propuestos por los occidentales, sin embargo; el mundo debe aceptar que los Estados Unidos son únicos y no se puede pretender tal cosa como unos Estados Unidos globalizados[2]. La reconfiguración de un orden mundial tendiente al equilibrio y la paz depende de la habilidad política de los actuales líderes mundiales para entender este mundo multipolar y de múltiples civilizaciones; y de trabajar arduamente para contener los conflictos que se susciten en las líneas de fractura entre civilizaciones.

VI. La diplomacia sigue fallando en Ucrania: el enfoque incorrecto.

En tal sentido, la diplomacia falló, y sigue fallando en Ucrania porque no se ha abordado el problema desde la perspectiva de las civilizaciones, e impera una necesidad geopolítica clásica de expansión y dominación. No quiere decir esto que Rusia y China sean víctimas inocentes, ambas potencias también han estado desarrollando sus propios proyectos de expansión y dominación, especialmente en África, Asia, y Latinoamérica. Una política de equilibrio y contención geoestratégica global seria el ideal a ser alcanzado. La guerra de Ucrania requiere mayor seriedad diplomática, y de seguridad internacional, sin embargo; la actual posición de intransigencia y de beligerancia ante las “cuestiones de seguridad planteadas por Rusia” tiende a llevarnos hacia la escalada nuclear.

La teoría del choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial nos explica las razones de la escalada peligrosa y la internacionalización del conflicto en Ucrania; este enfoque conjugado con las teorías geopolíticas clásicas brinda los elementos necesarios para mejorar nuestra comprensión del conflicto y abordar eficaz y eficientemente la resolución del mismo.  


[1] Nótese que hablo de “Estado” no de “nación” o “país”.

[2] Globalistas como pretenden los “progres”