La oposición débil

Dentro de toda sociedad siempre hay una fracción de ciudadanos que disienten del gobierno en turno. Es un proceso que se repite incluso en las familias, puesto que el ser humano está llamado a hacer uso de su libertad de pensamiento en todos los niveles de interacción humana.

Por supuesto que es sano y favorece una convivencia más o menos equilibrada. Todos los candidatos de derecha tienen opositores que no sienten culpa de utilizar cualquier medio a su alcance para lograr sus objetivos.

¿No están a favor de cierto acuerdo comercial? Toman las calles, rompen vidrios, rayan paredes, toman el parlamento, agreden a los elementos que resguardan a la población civil, interrumpen el libre tránsito, cierran escuelas de todos los niveles.

¿El presidente de derecha usó una corbata de diseñador en su última presentación en público? Llaman a la revolución, amenazan a los funcionarios públicos, cometen vandalismo en las calles, lanzan bombas molotov…y un largo etcétera.

Estos cruentos guerreros de la justicia social desaparecen cuando se instaura un gobierno de izquierda. Olvidan sus deseos de combatir las injusticias. De pronto su anhelo por una sociedad feliz se diluye entre las palabras vacías de sus panfletos marxistas.

¿El presidente de izquierda dejó sin medicamentos a los niños que padecen cáncer? No es problema mayor (según la reducida sinapsis neuronal de nuestros guerreros marxistas).

¿El presidente de izquierda despilfarra el dinero en planes sociales a cambio de votos? Tampoco es un tema delicado. Es tan solo el inmenso amor desbordante que el líder le profesa a su séquito (todo con cargo al contribuyente).

¿El presidente de izquierda va a destruir manglares y selvas para construir un tren contaminante? No hay necesidad de oponerse al progreso. Hay que industrializar al país, exclaman con vehemencia quienes otrora vociferaban contra cualquier clase de industria.

Es absurdo esperar congruencia de un izquierdista. No la conocen. Pero, ¿dónde están los opositores de derecha?

El opositor de derecha tiende a usar la alternativa legal, pelean en tribunales y ante las autoridades correspondientes con papeleo burocrático ¿Les ha funcionado? Contundentemente no. Cuando el poder está tomado por la izquierda no hay recurso legal suficiente para detener su autoritarismo.

Sin embargo, la oposición de derecha no logra contentarse con el vandalismo incruento y sinsentido. Dentro de sí siente el deber moral de preservar el Estado de Derecho, aunque éste haya sido diseñado para proteger al izquierdista.

Ingenuidad, integridad o simple cobardía, coloque usted el sustantivo que mejor le acomode a su criterio. A los opositores de derecha les pasan por encima con todo el peso del poder, y todavía sufrientes piden calma y prudencia.

Hay una ventaja evidente que los izquierdistas saben utilizar magistralmente a su favor; en el siglo XXI, el monopolio de la violencia lo tiene la izquierda.