La pirámide de Maslow, el poder, los cambios políticos y sociales.

El entorno global actual se configura bajo lo que la Army War College denominó un entorno VICA, es decir, volátil, incierto, complejo y ambiguo. Algunos le agregan otra C de Caótico (VICCA). Este tipo de entorno se caracteriza por tener una sucesión de cambios cada vez más acelerados, en donde es imposible identificar la relación causa – efecto entre ellos.

Si bien pareciera que dichos cambios son en su mayoría espontáneos, no deja de perder relevancia la hipótesis de que también pueden ser premeditados, teniendo un objetivo bien definido e intencionado por quienes ejercen el poder global en la actualidad.

Robert Greene, en su libro “Las 48 Leyes del Poder”[1], describe 48 arquetipos de comportamiento de todo aquel que desee, detente o pretenda conservar el poder, convirtiéndose en una especie de receta que parece que, cada día más, está siendo aplicada en el mundo de hoy.

En este artículo me referiré a solo dos de las cuarenta y ocho leyes:  a) La ley número 11: haga que la gente dependa de usted y b) La ley número 39: revuelva las aguas para asegurarse una buena pesca. En mi argumento no los presentaré en términos ordinales, mas es importante entender que ambas son ingredientes de una receta bien confeccionada.

Por otro lado, también haré mención de la tan conocida pirámide de Maslow para explicar el trasfondo de los cambios en los que todos estamos siendo protagonistas en alguna medida.

En el mundo de los ciegos, el tuerto es rey.

Este refrán popular hace mención sobre la ventaja que alguien tiene al poseer algún elemento que otro no, en este caso, de poder ver una realidad que un tercero, por cualquier circunstancia, está imposibilitado para ello.

Es clave entender este punto, dado que, en el mundo actual hay muchos “ciegos” que voluntaria o involuntariamente, no están observando la realidad y; por otro lado, existen muchos “tuertos” que están haciendo un festín, dado que poseen algo que el otro no; es decir, información, y no sólo la poseen, la monopolizan y la manipulan a su antojo.

Esto puede explicarse haciendo uso de la ley número 39 de Robert Greene: revuelva las aguas para asegurarse una buena pesca. Esta ley puede considerarse el sustento de lo que se conoce como la teoría del caos, en donde, en pocas palabras, aquel que genere el caos (el tuerto), al tener más información o buscar un objetivo determinado, revuelve las aguas haciendo uso de la ira para que los peces (las masas) se alboroten, salgan a la superficie y asegurarse una buena pesca.

La ira, emoción que se dispara como mecanismo de defensa, tiene la facultad de cegar a aquel que la siente, volviéndolo, paradójicamente, más vulnerable y manipulable al antojo de quien promueve el caos.

Por otro lado, la ley número 11, haga que la gente dependa de usted, hace mención a que mientras más dependa la gente de aquél que tiene el poder y menos capaz sea para procurarse la felicidad y prosperidad por sus propios medios, más libre será el primero, dado que este fungirá como el salvador y la gente no podrá arreglárselas sin la ayuda del “poderoso”.

Banner La investigación Analítica en el marketing Político Post "¿HAY “ESPERANZAS” PARA ESPAÑA?" Polemos Politic

Mientras más pegado a la base, mejor.

Abraham Maslow fue un psicólogo estadounidense que popularizó su teoría de la jerarquía de las necesidades humanas, graficándola en lo que llamó la pirámide de las necesidades. En esta, Maslow expone que los seres humanos estamos motivados por cinco necesidades básicas: las necesidades fisiológicas, las necesidades de seguridad y protección, las necesidades de afiliación, las necesidades de reconocimiento y las necesidades de autorrealización.

En la base de la pirámide se encuentran las necesidades básicas o necesidades fisiológicas, que incluyen la alimentación (comer y beber), la respiración, la eliminación (orinar, defecar, sudar, etc.), el descanso y el sueño y, en general, el mantenimiento involuntario e instintivo de las funciones corporales que hacen posible la vida [2].

El siguiente nivel es el de las necesidades de seguridad y protección: seguridad, orden y estabilidad. Estos dos primeros escalones son importantes para la supervivencia de la persona. Una vez que los individuos tienen satisfecha su nutrición, cobijo y seguridad vital, tratan de satisfacer otras necesidades.

El tercer nivel es el de necesidades de afiliación, compuesto por necesidades psicológicas cuando los seres humanos han cuidado de sí mismos físicamente y están listos para compartirse a sí mismos con otros. Es el nivel de las relaciones humanas, amistad y familia.

El cuarto nivel, las necesidades de reconocimiento, se alcanza cuando los individuos se sienten satisfechos con lo que han conseguido en su vida personal o profesional. Incluye el éxito y el estatus, fundamentalmente en la percepción propia (autoestima), aunque también en la percepción que los demás le transmiten (heteroestima). La cima de la pirámide está relaciona con las necesidades de autorrealización, y se supera cuando se alcanza un estado de armonía y entendimiento.

Uno de los aportes de esta teoría, es lo que se denomina el efecto integrativo de las necesidades, es decir, que no podemos ascender en la pirámide hasta tanto no tengamos satisfechas las necesidades de los escalones previos.

Por ejemplo, si una persona no es capaz de adquirir una vivienda lo suficientemente cómoda para sí mismo y su familia, dado que el salario que percibe no se lo permite, esta persona no tendrá sus necesidades de seguridad y protección cubiertas y, por ende, su camino a la autorrealización tendrá un obstáculo hasta tanto no logre solventar esa situación. Este último punto es clave internalizarlo para entender el contexto global en el que estamos.

Donde las aguas se encuentran.

Entendiendo los dos aspectos que sustentan este artículo, el uso del poder y las necesidades humanas para promover cambios políticos y sociales, podemos analizar gran parte de lo que está ocurriendo en la actualidad.

Si vemos las noticias u observamos los acontecimientos en las principales ciudades del mundo, todo gira en torno a una situación caótica, manifestada en elementos como: crisis sanitaria por efectos de la pandemia del COVID-19, crisis en la cadena de suministros que pone en riesgo la cobertura de las necesidades de alimentación, crisis energética (gas y electricidad), inseguridad personal, manifestaciones violentas, y por último, pero no menos importante, inflación y desempleo, entre otros.

Todos estos elementos, que parecen espontáneos a primera vista, lo que generan es que cada uno de nosotros esté enfocado en satisfacer nuestras necesidades de la base de la pirámide de Maslow; mientras otros, con mayor información y poder, tienen una cortina de humo muy conveniente para ocultarse, hacer y deshacer a su antojo, apoyándose en el poder de los medios de comunicación, tradicionales y digitales, para posicionar mensajes que nos mantengan anclados en la supervivencia, mientras pasan muchas cosas en frente de nuestras narices, es decir, “en el mundo de los ciegos, el tuerto es rey”.

En otras palabras, mientras Ud está anclado en comprar la mayor cantidad de alimentos ante una situación de desabastecimiento o aumento sostenido en los precios (inflación), o está angustiado y molesto porque cada mes la factura de la electricidad le llega más alta, puede apostar que algo está ocurriendo y la intención es que ni Ud ni yo nos demos cuenta.

Adicionalmente, al estar las personas enfocadas en la supervivencia y sumergidas en un estado de ira y miedo, el que genera el caos, tiene todas las de ganar al venderse como el salvador de las desgracias de las masas (leyes 11 y 39 de Greene), controlando la situación a su antojo proponiendo un futuro mejor con propuestas vagas y sin sustento (leyes 27 y 32 de Greene) [3].

En este sentido, surge una pregunta obligada: ¿Qué hacer? La pregunta no tiene una respuesta única y mucho menos mágica, quizás hasta es demasiado romántica, pero, la única respuesta que veo es dudar. Ante el caos, el desconcierto y la incertidumbre del entorno, lo peor que podemos hacer es dejarnos llevar por la corriente, contrario a lo que postulan aquellos que promulgan el optimismo exagerado.

Lo mejor que podemos hacer es detenernos y preguntarnos ¿Qué es lo que está pasando tras bastidores? ¿Qué fuerzas ocultas son las que están moviendo los hilos de los eventos? ¿Quién mueve esos hilos? e indagar dónde han ocurrido hechos similares con los mismos detonantes, analizarlos y no caer en la falsa ilusión de que eso no nos ocurrirá; de ser así, nuestra capacidad de anticipación se verá mermada y cuando Ud. se de cuenta, ya tendrá las fauces del lobo en su garganta y estará pronto a convertirse en la cena.


[1] GREENE, Robert: Las 48 Leyes del Poder. 2006.

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow. Consultada el 29/10/2021.

[3] Ley número 27: juegue con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales.

Ley número 32: juegue con las fantasías de la gente.