La Venezuela del siglo XXI: un gran laboratorio

Durante las últimas décadas ha sido difícil exponer las rápidas transformaciones que ha tenido Venezuela a lo largo de veinte años de gobierno chavista. Para los politólogos resulta desafiante analizar y estudiar la evolución diabólica de un régimen que ha logrado la destrucción sistemática de un país cuya riqueza era ejemplo de desarrollo para América Latina. Hoy la complejidad política y económica que atraviesa el país lo ubica como caso de estudio en el marco de los nuevos regímenes autoritarios y totalitarios, dictaduras modernas que se disfrazan de gobiernos democráticos e institucionales.

En la agenda de temas que dominan la opinión pública en Venezuela se encuentran la hiperinflación, corrupción,  desnutrición infantil, persecución política, crisis humanitaria; una trágica película que está a la vista del mundo y ocupa titulares en grandes diarios de Latino América, un cóctel de problemas que crecen sin parar pero que, aunque no parezca, están diseñados con fines políticos estratégicos, es decir, la élite gobierna y se mantiene en el poder gracias al caos que genera.

Al revisar el gran laboratorio de experimentación política del régimen venezolano, observamos que para lograr sus objetivos deben controlar a la sociedad a través de la biopolítica, la psicología de masas y la propaganda. Estos conceptos no divagan en la dinámica política, no se ven, son intangibles pero representan la mayor fuerza de todo gobierno con aires de dictadura. Tampoco son fáciles de digerir en la población, menos en una distraída, cansada, dispersa y totalmente atrapada en la incertidumbre y los tentáculos del autoritarismo estatal.

En estas líneas no interesa por los momentos analizar los postulados de Freud y Le bon sobre la psicología de masas, la biopolitica de Foucault o la propaganda según Goebbels o Gramsciaquí se pretende desnudar y poner en jaque las bases de construcción de todo proyecto autoritario, como es el caso venezolano. El engranaje perfecto de estas herramientas son traducidas en la vida real en casos concretos tales como los discursos y la propaganda de guerra, el control de los medios de comunicación, el sometimiento y chantaje hacia empleados públicos, la persecución por razones políticas, el bloqueo de redes sociales, los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAPS), y como para hacerlo más macabro y moderno, el espionaje y control policial a través de los populares Drones. El actual régimen venezolano es una copia 2.0 de la dictadura cubana, el estalinismo soviético y el gobierno ficticio de 1984 de George Orwell.

Actualmente, en el país el debate se centra en el poder, en la estrategia hacia una transición política, en la deteriorada calidad de vida de los ciudadanos, en las relaciones internacionales entre Venezuela y los países de occidente, en la liberación de una sociedad oprimida por el militarismo y la corrupción. Hay que admitir que desafortunadamente Venezuela fue víctima de un experimento social, un copy and paste de otros proyectos de dominación colectiva, en los que la vida vale menos o igual que un Bolívar.La desgracia que hoy se documenta quedará de enseñanza para las próximas generaciones de América Latina, quienes sabrán cómo se arruinó a un país a través de un plan orquestado y bien montado. Sin embargo, no está de más decir que el laboratorio criollo está por cerrarse, por incendiarse y sus científicos están por huir.