Un juicio embustero y una sentencia manchada de falsedad
El pasado sábado 18 de febrero de 2017 falleció —por infarto y con 69 años de edad—, la señora Norma McCorvey, quien, para efectos de un famoso juicio, repleto de falsedad y manipulación, fue protegida legalmente bajo el pseudónimo “Jane Roe”; hasta que ella misma dio a conocer públicamente su identidad, casi 20 años después.
Ese juicio fue el del caso “Roe versus Wade”.
Roe (Norma McCorvey) fue la demandante. Con su demanda exigía que se le concediera el “derecho” a abortar la hija que había concebido.
Por otra parte, Wade (Henry Wade) fue el fiscal de distrito (Texas, USA) que actuó en defensa del derecho a la vida de los niños por nacer.
Norma McCorvey (Roe) vivió gran parte de su vida como lesbiana, pero concibió y dio a luz a tres hijos, incluyendo a aquella (su hija mayor) que quería abortar cuando presentó la demanda.
La sentencia de ese juicio (1970) declaró con lugar la pretensión de Roe (Norma McCorvey). Le concedió el “derecho” a abortar, aunque tarde porque la niña ya había nacido antes de que se dictara la sentencia
Pero como esa sentencia solo permitía que ella abortara a esa hija que ya había nacido, y no era una sentencia aplicable de manera colectiva, ella y sus dos abogados (Sarah Weddington y Linda Cofee) apelaron, y volvieron a apelar hasta llevar el caso a la Suprema Corte, donde, finalmente, se produjo aquella infame sentencia —manchada por la falsedad— que negó desde entonces (1973) la legalidad a cualquier ley que prohibiera el aborto en los 50 Estados de la Unión.
La demanda de Roe (Norma McCorvey) se basó en que, aquel embarazo, había sido resultado de una violación. Y alegó que el derecho a la privacidad amparaba su libre decisión sobre la “interrupción” del embarazo.
Pero resulta ser que ese juicio estuvo plagado de falsedades y manipulaciones, todas dirigidas a lograr a toda costa la sentencia a favor del aborto.
De hecho hoy podemos concluir, con objetividad y honestidad, que mucho más que un litigio, se trató de una auténtica conspiración desde el principio hasta el final.
Fue conspiración cuyo resultado sigue siendo hoy el más sólido fundamento para toda la legislación favorable al aborto en Estados Unidos, y que, desde entonces (1973), ha irradiado gran influencia en todo el mundo occidental.
La principal falsedad fue alegar que aquel embarazo había sido resultado de una violación.
Después de veinte años de aquella sentencia la misma Roe (Norma McCorvey) confesó que había mentido, porque ese embarazo fue producto de una relación voluntaria y consentida, y no de una violación.
Aseguró entonces que las dos abogados que la representaron (muy conocidas activistas feministas de esa época) le convencieron y le convirtieron en “peón” de una agenda que estaba siendo orquestada, y hasta financiada, por un Lobby que necesitaba un caso útil para lograr despenalizar el aborto en Estados Unidos.
La mentira sobre la violación que nunca ocurrió, fue apenas la primera de muchas otras producidas por falsos testimonios y por experticias subjetivas, tendenciosas y manipuladas. Todo dirigido a lograr una sentencia a favor del aborto a toda costa, y al precio que fuera.
Después que Roe (McCorvey) confesó haber sido cómplice de aquella conspiración contra el derecho a vivir de los niños por nacer, a las abogados se les vino encima la mirada de muchos.
Pero, con el mayor cinismo, la abogado Sarah Weddington declaró que ellas habían sostenido aquel falso testimonio para lograr el resultado deseado, y llegar a la Suprema Corte. Y se justificó explicando que para ellas todo estuvo justificado porque estaban pensando en un bien que era más importante que la verdad.
Sobre esa cínica justificación de la abogado Weddington hoy es necesario aclarar que, en realidad, jamás será posible que exista algún BIEN que sea mayor o más importante que la Verdad.
Además, es imposible que exista algún verdadero bien que esté en contradicción con la VERDAD, pues, para que sea verdaderamente un bien, su cualidad de bien o de bueno tendría que ser verdadera.
Por otra parte el muy famoso pornógrafo y disoluto Hugh Hefner (fundador del grupo de empresas de pornografía PlayBoy), reclamó el reconocimiento público por su participación en la conspiración del aborto Roe versus Wade.
Varias veces ha dicho con orgullo que, de todas las empresas que contribuyeron financiando ese juicio, la suya (PlayBoy) fue la que más aportó, porque hasta lograron actuar como auxiliares de la Corte, y de ese modo fueron ellos los que redactaron el informe que ilustró el criterio para sentenciar.
Entonces; muchos abogan hoy por el llamado “derecho a decidir” de las mujeres embarazadas y, al hacerlo, se sienten justificados por la legalidad alcanzada a partir de aquella sentencia Roe versus Wade. Y tal vez hasta sientan que son partícipes de una muy justa y moralmente correcta idea de lo que es un derecho humano.
Pero en realidad no es así. Solo están alineados con una Agenda que ha logrado avances exclusivamente mediante la mentira, la manipulación, el cohecho, la intimidación y el más acabado totalitarismo legal y cultural.
Norma McCorvey (Jane Roe) no murió sin redención, pues ella se arrepintió de lo que hizo.
Pasó los últimos años de su vida luchando contra el aborto y defendiendo el derecho a vivir de los no nacidos y, también, el derecho a la salud física y mental de las mujeres a las que el Lobby de la muerte quiere inducir a la decisión de abortar.
Todos podemos rectificar y todos —sin excepción— tenemos acceso a la redención. Solo necesitamos el valor para aceptar y reconocer la Verdad, y arrepentirnos sinceramente.
Por | Néstor-Luis Alvarez @NestroLuis
19 de Febrero de 2017