Brasil, un modelo a imitar

Según proyecciones para el 2020 del Banco Mundial: “Se espera que en América Latina el crecimiento regional aumente 1,8 % a medida que se consolide el crecimiento en las economías más grandes y se eleve la demanda interna en toda la región. En Brasil, se prevé que el aumento de la confianza entre los inversionistas y la flexibilización gradual de las condiciones del financiamiento y el mercado laboral sirvan de base para que el crecimiento se acelere 2%”.

Mauricio Ríos García, experto en inversiones y analista económico, en su artículo titulado Un norte para la economía, presenta algunos datos respecto a la economía de Brasil. Por ejemplo: un incremento de la Inversión Extranjera Directa nada menos que del 26%, lo que lo ubica solamente por detrás de EE. UU. ($251 mil millones), China ($140 mil millones) y Singapur ($110 mil millones), en el cuarto país que más inversiones privadas ha recibido en el mundo ($75 mil millones).   

¿Qué fue lo que hizo el ministro Pablo Guedes para obtener estos números tan positivos?

Pues, de manera muy decidida, cumplió su promesa de recorte del gasto público -que era un privilegio de la clase política-, disminuyó la tasa impositiva a las grandes compañías, cerró grandes empresas públicas y modificó el sistema de pensiones.

Pero el éxito del modelo brasileño no debe medirse solo en lo inmediato. El menor derroche fiscal permitirá que los brasileños ahorren 1 billón de reales en 10 años (250 mil millones de dólares). Evidentemente, ese ahorro incrementa la posibilidad de inversiones y nuevos empleos.

Además, los buenos números no se reducen a la economía, sino también al ámbito social.

El presidente Jair Bolsonaro nombró a Sergio Moro -el juez que desarticulo toda la red de corrupción del gobierno de Lula da Silva– como ministro de justicia. Juntos han disminuido el crimen, los robos y los homicidios. Veamos algunos datos:

  • Los homicidios cayeron 22%
  • Los robos a bancos y entidades financieras cayeron 40%
  • Los latrocinios (robo seguido de muerte) disminuyeron 23,8%
  • Las violaciones se redujeron 12%
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Por otro lado, la policía de Brasil detuvo a varios activistas de ONGS «ambientalistas» que buscaban generar incendios en el Amazonas -lo que coincide con lo dicho por el Bolsonaro sobre el tema-. Sergio Moro atribuyó la mejoría al trabajo de inteligencia y a la integración de las fuerzas públicas de seguridad del gobierno federal, las administraciones regionales y las municipales en todo Brasil.

A pesar de lo positivo de la reducción de la criminalidad, se acusa a Bolsonaro de fomentar el «racismo», «machismo» y «homofobia». Daría la impresión de que las falacias ad hominem son el único recurso de la izquierda. Pero eso no importa, lo relevante es la sensación de seguridad que tiene el ciudadano brasileño de a pie.

Tanto así, que según un sondeo de CNT/MDA publicado el miércoles 22 de enero de 2020, la popularidad del presidente aumentó 34,5%, frente al 29,4% en agosto de 2019. El índice de aprobación personal de Bolsonaro aumentó 47,8%, frente al 41% en agosto, mientras que la desaprobación bajó de 53,7% en ese mismo mes, a 47% en la actualidad.

Podríamos resumir la gestión de Bolsonaro como la vieja receta de dejar funcionar la mano invisible del mercado y poner al Estado a hacer lo que debe hacer: a) brindar seguridad y b) castigar a los criminales. Y ese es el camino que Bolivia también debería seguir.