¿Guerra Fría entre China, Rusia y Estados Unidos?

Una escalada en las tensiones entre las tres principales potencias militares del mundo parece estar abriendo camino a un escenario similar al vivido durante la segunda mitad del siglo XX entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América. La llamada Guerra Fría dividió al mundo en dos partes claramente diferenciadas, dos ideologías y dos formas de vida.

Pareciera que ahora se estuviera repitiendo este escenario: ¿es posible una Guerra Fría entre China, Rusia y los Estados Unidos? La intención del presente artículo es esclarecer conceptos y evaluar si es probable una confrontación similar a la vivida hasta la década de los 90 del siglo pasado, cuando la URSS y los Estados Unidos dividieron el mundo en dos polos, enfrentándose en distintos frentes de competencia y rivalidad.

Conceptos claves

Antes de abordar la problemática, es necesario entender algunos conceptos claves.

En primer lugar, guerra se define como una confrontación bélica entre dos Estados que buscan imponer su voluntad el uno sobre el otro para conseguir algún objetivo. A partir de aquí se deriva el concepto de guerra fría, según el cual, sin presentarse un conflicto abierto, dos Estados demuestran hostilidad e influyen en sus Estados satélite a enfrentarse.

La Guerra Fría que ocupó las noticias durante la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por el conflicto indirecto de las dos principales potencias del globo en esa época: la URSS y los EE. UU. Ambos contaban con ideologías y sistemas económicos diferenciados y la cooperación entre ellos era un asunto sumamente complicado. A la luz de la teoría de juegos, su interrelación se basaba en juegos de característica suma cero, donde la victoria de uno implicaba la derrota absoluta del contrario, llevando a la humanidad al borde de un cataclismo nuclear (recordemos la crisis de los misiles de 1962).

Debido a esa situación, el mundo estuvo dividido en dos bloques diferenciados y enfrentados: el bloque comunista y el bloque occidental o capitalista. Así pues, la estructura internacional de la época se correspondía con una bipolaridad donde las potencias y sus satélites estaban constantemente enfrentados y no había espacio alguno para la cooperación.

Con su victoria sobre la URSS, los EE. UU se levantaron como el absoluto hegemón de un mundo unipolar, pasando a controlar tanto el ambiente como el resultado de la política internacional.

La situación de Rusia

En la actualidad, Rusia no ostenta en lo absoluto su antiguo poderío soviético. Si bien es cierto que aún cuentan con el mayor arsenal nuclear del planeta, tiene una economía minimizada, unas fuerzas armadas poco tecnificadas y su desarrollo tecnológico se ha visto fuertemente afectado.

Por esta razón, la Rusia de Vladimir Putin desistió de los sueños hegemónicos de la URSS y ha empezado a abrazar los sueños imperiales de la época de los zares: Rusia no busca ser el líder mundial, sino expandir su territorio y asegurar el control de su zona de influencia más inmediata. El caso de Ucrania y Crimea da muestra de esto.

Además, Rusia no cuenta ya con el presupuesto económico ni la voluntad política de la extinta URSS para revivir un conflicto igual al de la guerra fría. Esto último implicaría perder el principal socio económico del Kremlin: la Unión Europea.

La dicotomía China-EE. UU

Habiendo visto que Rusia no tiene intenciones realmente hegemónicas sino imperiales, no se puede argumentar que estemos ante el inicio de una guerra fría entre estos tres Estados. El caso de China es muy distinto y evaluaremos si es posible una guerra fría derivada de la dicotomía China-EE. UU.

Para ser hegemón, una nación debe ser la primera economía del mundo, contar con las fuerzas armadas más poderosas e influir efectivamente en la política internacional al punto de que esta se adapte a sus intereses. Todo esto ha definido a EE. UU durante los últimos años, con eventuales variaciones. Y China se encuentra avanzando de manera decidida en cada uno de esos aspectos:

En el ámbito económico y militar, China ha recortado distancias con EE. UU y es ahora la segunda mayor economía del globo, con unas fuerzas armadas muy sofisticadas y poderosas. El desarrollo interno de China apunta a que superarán pronto a EE. UU como la principal potencia económica mundial y la expansión de su tecnología y sus fuerzas armadas pone en riesgo el poderío estadounidense en esta materia.

En cuanto al tercer aspecto, China ha dejado de lado sus antiguos discursos imparciales sobre la democracia occidental, y ahora promueve de forma abierta el totalitarismo político que practica como una solución a todos los problemas que Occidente no ha podido manejar, como por ejemplo la pandemia del COVID-19.

El mundo actual y la posibilidad de una nueva guerra fría

Si bien es cierto que existen argumentos para sostener la posibilidad de una guerra fría entre potencias, principalmente una bipolar entre China y EE. UU, no vemos que este sea el caso en el mundo actual.

La agenda internacional ya no solo se enfoca en los asuntos de seguridad y defensa y los temas económicos, también han surgido otros que han ocupado los esfuerzos internacionales: terrorismo, narcotráfico, medio ambiente, derechos de las minorías, salud y sanidad, entre otras.

Si a esto le sumamos un mundo fuertemente interconectado por el avance del comercio global y la expansión del capitalismo, un conflicto tan polarizante como lo fue la Guerra Fría es poco probable en la actualidad, ya que los implicados y sus posibles satélites tienen mucho que perder en esta ocasión.